Donald Trump está empeñado en mejorar la balanza comercial de Estados Unidos, la diferencia que se extrae entre los bienes y servicios que el país importa y exporta. Es uno de los motivos por los que se ha embarcado en una guerra comercial con sus principales socios comerciales, a los que ha impuesto aranceles como herramienta de presión para renegociar los términos de la relación comercial que Washington mantiene con ellos. Pero, de momento, no le está saliendo la jugada.

El déficit comercial de EE UU volvió a aumentar en septiembre por séptimo mes consecutivo, lo que deja un incremento superior al 10% desde que comenzó el año. Aunque las exportaciones volvieron a crecer, más lo hicieron las importaciones para dejar el final un saldo negativo de 54.000 millones de dólares.

Particularmente llamativo es el resultado de los intercambios comerciales con China, país al que la Casa Blanca ha castigado con 250.000 millones de dólares en aranceles. El déficit con Pekín aumentó el mes pasado en 40.000 millones, una cifra récord, en parte por la acusada caída de las exportaciones estadounidenses de soja, uno de los productos agrícolas penalizados por la respuesta china.

DIRECCIÓN ADECUADA

Ambos países siguen negociando una solución a sus diferencias comerciales. Trump habló nuevamente el jueves con Xi Jingpin, con el que se reunirá cada a cara durante la cumbre del G-20 en Argentina. El estadounidense aseguró que las conversaciones van la dirección adecuada.

Mucho mejor es el último dato del empleo. La economía estadounidense creó 250.000 puestos de trabajo en octubre, bastante más de lo previsto por los analistas, que esperaban que esperaban que el dato se resintiera por el impacto de los últimos desastres naturales. El paro se mantiene en el 3.7% de la población activa.