Con toda la pompa que exige el ritual, Estados Unidos ha inaugurado este jueves las sesiones de su Congreso número 116 desde que la vida parlamentaria del país echara a andar en el Federal Hall de Nueva York en 1789. Un Congreso con más mujeres, legisladores de color o miembros de la comunidad LGBT que nunca, y partido en dos mitades, con los republicanos al frente del Senado y los demócratas en control de la Cámara de Representantes. Esa división que abre una nueva etapa en el mandato de Donald Trump, acostumbrado hasta ahora a gobernar con dos cámaras que bailaban al son de su música. La marcha militar se ha acabado. Como anticipo del incordio que le espera, un congresista demócrata ha iniciado los trámites para abrir un proceso de ‘impeachment’ contra el presidente, el tercero desde que aterrizó en la Casa Blanca.

La resolución ha sido presentada por el congresista por California, Ben Sherman, que acusa al presidente de haber obstruido a la justicia cuando despidió en mayo del 2017 al jefe del FBI, James Comey. Por entonces, Comey lideraba las investigaciones sobre los posibles vínculos entre la campaña de Trump y la trama rusa para interferir en las elecciones estadounidenses. “No hay ningún motivo por el que no deba presentarse ante el Congreso”, ha dicho Sherman. “Todos los días se demuestra que si Trump abandonara la Casa Blanca sería bueno para el país”.

Es la Cámara de Representantes la que tiene potestad para iniciar el procedimiento político-judicial que sirve para apartar al presidente del poder por “altos crímenes y faltas”, traición o soborno. Lo puede iniciar cualquier legislador a título individual, como si introdujera un proyecto de ley al uso, o la cámara de forma conjunta. La moción pasa entonces al Comité Judicial, que debe aprobarla para que se vote finalmente en el pleno de la cámara.

DOS TERCIOS DE LOS VOTOS

Pero como sucedió anteriormente, también esta resolución está destinada a naufragar. El liderazgo del partido no quiere distracciones en estos momentos. Pretende investigar a Trump desde todos los flancos, pero sabe que un 'impeachment' no tendría opciones en el Senado de mayoría republicana, la cámara que juzga al comandante en jefe y es capaz de destronarlo con dos tercios de los votos. “Si hay fundamentos para recusar al presidente, y no los estoy buscando, tendrían que ser aceptados de forma claramente bipartidista antes de que nos embarquemos en ese camino”, ha dicho Nancy Pelosi, la jefa del partido en la Cámara de Representantes. A sus 78 años, Pelosi ha sido reelegida este jueves por segunda vez como presidenta o ‘speaker’ de la cámara.

Hasta ahora los intentos demócratas de sentar a Trump en el banquillo político del ‘impeachment’ no han ido demasiado lejos. La última vez que se votó, hace ahora un año, la moción fue derrotada por 355-66 votos.