Sería difícil adivinar que faltan sólo dos días para las elecciones presidenciales en Rusia, si no fuera por los anuncios de la Comisión Electoral, que instan a los electores a que voten el próximo domingo. Por primera vez en la historia de la Rusia postsoviética apenas ha habido campaña electoral.

Desde que el presidente ruso, Vladimir Putin, se negó en febrero a participar en los debates televisados, la apatía del electorado por el plebiscito crecía. Paralelamente, la intención de voto caía en picado. La indiferencia, debida a la insuperable ventaja de Putin sobre los otros cinco candidatos, es cada vez más preocupante para el Kremlin. Para que las elecciones sean válidas es necesaria la participación de la mitad del censo electoral, más de 100 millones de ciudadanos.

En un gesto excepcional, Putin se dirigió ayer por televisión a la ciudadanía para pedir que acuda a las urnas y advertir del peligro que representa el abstencionismo electoral. "Imaginemos por un instante qué ocurrirá con el país si no se conforman sus órganos máximos de poder. Por eso, cada voto es extremadamente importante. Sólo el apoyo de los ciudadanos permitirá definir qué curso seguirá el país en los próximos años", dijo el presidente en su llamamiento.

Según los últimos sondeos del Centro de Opinión Pública ruso, Putin obtendrá el 63% de los votos. El segundo candidato más popular, el comunista Nikolai Jaritonov, sólo tendrá el 7% del apoyo electoral. Los otro cuatro candidatos no llegarán al 5%. Según la misma fuente, la participación superará el 60%, mientras que en las últimas elecciones a la Duma, el pasado diciembre, participó sólo el 56% del censo.

Según el candidato nacionalista Serguei Glaziev, el Kremlin ha enviado a los líderes regionales una orden para que garanticen la participación de al menos un 70% del electorado. Para conseguirlo, las autoridades locales han anunciado unas medidas sin precedentes. Así, en la región siberiana de Jabarovsk los médicos de los hospitales públicos se han negado a hospitalizar a algunos pacientes que no han votado con anticipación. Por si fuera poco, las operadoras locales de la telefonía móvil han enviado numerosos mensajes SMS para votar.

En un intento más de calentar el interés del electorado, Putin destituyó el pasado 24 de febrero al Gobierno en pleno. Según explicó el presidente, la medida se debió al deseo de aclarar su "posición sobre cuál será el desarrollo del país después del 14 de marzo", sin esperar a los resultados de los comicios. El nuevo primer ministro, Mijail Fradkov, un funcionario gris sin ambiciones, desempeñaría el cargo del presidente en funciones si la participación en las elecciones no llega al 50%. Según la ley rusa, si las elecciones se declaran no válidas la Cámara alta debe convocar otras en cuatro meses.