En septiembre del 2015 un escándalo mayúsculo golpeó el mundo del motor alemán. Volkswagen, orgulloso emblema del potencial automovilístico germánico, había utilizado un 'software' ilegal para que hasta 11 millones de sus vehículos diésel esquivasen los controles medioambientales y contaminasen más de lo permitido. Los EEUU destaparon uno de los mayores fraudes de la historia pero, más de dos años después, parece que tan solo al otro lado del Atlántico el fabricante de Wolfsburgo ha sido castigado por sus acciones.

Desde que la Agencia de Protección Ambiental estadounidense expusiese sus vergüenzas, Volkswagen ha sufrido varios reveses judiciales, perdiendo litigios que la ha condenado a compensar a los clientes afectados con hasta 17.500 millones de dólares, 4.300 millones más al Departamento de Justicia y otros 2.800 millones como parte de un acuerdo extrajudicial.

Este mismo jueves, la justicia norteamericana ha declarado su sentencia más severa contra un exdirectivo de la empresa, condenando a Oliver Schmidt a siete años de prisión y una multa de 400.000 dólares. En agosto fue James Liang, ingeniero responsable de los motores diésel, recibió una pena de tres años y cuatro meses de prisión y 200.000 dólares de multa. Otros seis ejecutivos de Volkswagen esperan sus sentencias en Estados Unidos.

Mano balnda en Europa

Pero esa mano dura contra Volkswagen es difícil de encontrar en Europa. En los EEUU se trucaron unos 600.000 automóviles; aquí, hasta nueve millones. A pesar de que el impacto tanto de la estafa cometida como contra la salud pública es mucho mayor en el viejo continente, la respuesta judicial ha sido mucho más laxa.

Tras empezar a reparar los vehículos manipulados, presidente de Volkswagen, Matthias Müller, ha dejado claro que no se indemnizará a los clientes europeos, una decisión apoyada por la justicia alemana. En junio, el gobierno alemán se sirvió de su mayoría para exculpar a la cancillera Angela Merkel de toda responsabilidad, algo que defendía la oposición.

Ante tal falta de acciones, la Comisión Europea abrió hace un año un expediente contra Alemania, Reino Unido, España y Luxemburgo por no haber sancionado a Volkswagen tras destaparse el ‘Dieselgate’, acusando a los dos primeros de saltarse la ley europea al ocultar información sobre el fraude. Esos cuatro países fueron quienes expidieron la homologación de vehículos de la marca en la Unión Europea. Aún así, el poderoso lobby del motor ha conseguido limitar los esfuerzos comunitarios contra la contaminación.

Por si fuera poco, en Alemania el semanario ‘Der Spiegel’ reveló que Volkswagen, Audi, Porsche, BMW y Daimler actuaron como cártel durante la década de 1990 para pactar decisiones, algo que la cúpula automovilística ha negado. En España, Volkswagen ha ganado su primer caso de denuncia de un particular.

Sin castigo a los responsables

En el caso de los directivos, la diferencia también es abismal. Más allá de pequeñas reestructuraciones para el lavado de imagen de la compañía, Volkswagen no ha visto caer a sus líderes. El escándalo hizo dimitir a Martin Winterkorn, antiguo presidente de la junta directiva, pero por la puerta de atrás sigue cobrando una pensión diaria de 3.100 euros. La justicia investiga desde enero a Winterkorn y a otros 36 personas que podría haber conocido el escándalo de antemano. Mientras tanto, hasta 9.300 de los empleados más longevos han acordado con la empresa una jubilación anticipada.

Se calcula que el abuso en emisiones de óxido de nitrógeno, una sustancia cancerígena, puede contribuir a la muerte prematura de hasta 1.200 personas en Europa. Según un estudio, se estima que los gases nocivos emitidos ilegalmente por Volkswagen, Audi, Skoda y Seat contribuirán a recortar hasta una década de la vida de ciudadanos de Polonia, Francia, República Checa y Alemania.

Incluso con tal escándalo, el Grupo Volkswagen vendió en la primera mitad del 2017 hasta 5,9 millones de vehículos en todo el mundo, creciendo así un 1,3% y situándose como marca más popular en Europa. A pesar de esa mejora, a nivel global ha sido destronada como marca más vendida por Renault-Nissan y superada por Toyota.