La embajadora de Donald Trump ante Naciones Unidas, Nikki Haley, ha dimitido este martes. Aunque fue crítica con Trump durante la campaña electoral, la exgobernadora de Carolina del Sur se había convertido en importante aliada del presidente en el relevante puesto diplomático y su dimisión, que Trump ha aceptado según las primeras informaciones de prensa, ha llegado por sorpresa tanto para Washington como para círculos diplomáticos.

Aunque su selección para la embajada de EEUU ante la ONU fue inicialmente inesperada Haley, considerada una de las voces moderadas dentro del Partido Republicano, se demostró desde el primer momento entregada a la defensa de las posturas de Trump. En su primer día en la sede del organismo en Nueva York, por ejemplo, amenazó con “apuntar los nombres” de los países que se enfrentaran a EEUU o no apoyaran a Washington en el organismo. En los primeros meses llegó a eclipsar al primer secretario de Estado de Trump, Rex Tillerson.

A lo largo de sus casi dos años en el cargo Haley ha mantenido públicamente el discurso agresivo de la Administración Trump hacia la ONU, impulsando la reforma del organismo, amenazando con recortes en la financiación y, especialmente, criticando lo que consideran el injusto trato a Israel, uno de los argumentos que Washington esgrimió para abandonar el Consejo de Derechos Humanos.