El drama de los rehenes en la ciudad de Beslán en Osetia del Norte (Cáucaso ruso), en el que murieron al menos 338 personas, entre ellas 156 niños, se cobró ayer su primer víctima política, al dimitir el ministro del Interior osetio, el teniente general Kazbek Dzantiyev.

"Después de lo que pasó en Beslán no tengo derecho a seguir en este puesto, como autoridad y como caballero", dijo Dzantiyev, quien explicó que había tomado esta decisión de manera voluntaria. El presidente de Osetia del Norte, Alexandr Dzasojov, no aceptó inmediatamente la renuncia de su ministro, que podría ser la primera de los altos cargos tras la masacre del viernes.

El presidente ruso, Vladimir Putin, quien viajó a Beslán el sábado de madrugada, ha dado a entender que puede haber importantes cambios en la cúpula de las fuerzas de seguridad rusas a causa de la crisis de los rehenes. "Debemos exigir de nuestras fuerzas de seguridad que actúen a un nivel apropiado al alcance de las nuevas amenazas", dijo en alusión a posibles dimisiones. La vicepresidenta de la Duma, Liubov Sliska, ha afirmado que tras la tragedia de Beslán los responsables de la seguridad deberían dimitir "si tienen conciencia".

PRIMEROS ENTIERROS El Kremlin declaró el lunes y el martes días de luto nacional. El número exacto de las víctimas se desconoce aún. La morgue de Vladikavkaz, el principal depósito de cadáveres de Osetia del Norte, informó ayer de que albergaba 394 cuerpos de rehenes fallecidos. Esta cifra de víctimas mortales es más elevada de la que facilitaron las autoridades locales, que cifran en 338 el número de fallecidos. El portavoz del Gobierno de Osetia del Norte, Lev Dzugayev, dijo que 207 cadáveres han sido identificados. Según Dzugayev, 428 personas seguían en los hospitales locales y 260 estaban desaparecidas.

Entre la incertidumbre, comenzaron ayer los primeros entierros de las víctimas. El llanto de las madres que perdieron a sus hijos salió del interior de los hogares. Entre lágrimas, los padres llevaron los primeros ataúdes al cementerio de Beslán donde se habían excavado 18 fosas. Los familiares dejaron puertas y ventanas abiertas, según una costumbre local. Las iglesias ortodoxas en Rusia celebraron misas conmemorativas. Cientos de personas, además, buscaban a contrarreloj a parientes desaparecidos, forzados a recorrer hospitales y morgues locales.

EXIGENCIAS POLITICAS Según la versión oficial, las fuerzas especiales rusas atacaron el pasado viernes después de que los terroristas que retenían a unas 1.200 personas en el gimnasio del colegio comenzaran a disparar contra los niños que escapaban aterrorizados por dos explosiones accidentales.

El pediatra moscovita Leonid Roshal, quien había negociado con los terroristas por teléfono horas antes del asalto, declaró ayer que, en contra de las afirmaciones de las autoridades rusas, existía una carta en la que los asaltantes formulaban exigencias políticas. Los terroristas entregaron el jueves este documento al expresidente de la vecina república de Ingushetia, Ruslan Aushev, tras largas negociaciones en el colegio que resultaron en la liberación de 26 rehenes.

"Aushev trajo la carta con las condiciones que, a los 15 minutos, ya estaba sobre la mesa de Putin", afirmó Roshal. Sin embargo, el Kremlin se ha negado a publicar las exigencias de los rebeldes. Aushev había informado de que la condición clave para liberar a los cautivos era un decreto de Putin que comenzara a retirar las tropas de Chechenia.