El secretario general de la Unión Cristiano Demócrata de Alemania (CDU), Laurenz Meyer, se vio obligado ayer a dimitir tras la polémica desatada por unos cobros de su antigua empresa. Ni la opinión pública ni gran parte de los barones de su partido le han perdonado que recibiera altas sumas de dinero de su antiguo empleador después de asumir su cargo como dirigente del principal partido de la oposición alemana.

"Mi trabajo perjudica al partido más que ayudarle, y por eso he anunciado mi dimisión", dijo Meyer en una rueda de prensa que convocó precipitadamente. La renuncia del secretario general se produjo tras un goteo de noticias y confesiones a medias del propio Meyer, cuyo comportamiento causó un profundo malestar en Alemania. Tras ser designado secretario general en noviembre del 2000, Meyer percibió durante cinco meses salarios y bonificaciones, además de electricidad y gas gratuitos.

La dimisión de Meyer ha tenido lugar a tan sólo cinco meses de las elecciones regionales en Renania del Norte-Westfalia, el bastión rojo de Alemania. Además, deja en una situación muy complicada a Merkel, posible candidata de la CDU a canciller.