El efecto a medio y largo plazo de la desaparición del mapa del conflicto palestino-israelí del jeque Ahmed Yasín aún está por ver. A corto plazo, pocos dudan de que la sangre volverá a correr. A ello no es ajeno que Hamás haya elegido como líderes a Abdelaziz Rantisi y Jaled Mashaal, dos representantes, sobre todo el primero, de la línea más dura del movimiento.

Sustituir al tetrapléjico jeque es tarea imposible, pues su influencia entraba en el terreno de la simbología. La radicalización del liderazgo político de Hamás, de hecho, empezó con el asesinato de Ismail Abú Shanab, el pasado agosto, quien, junto al propio jeque e Ismail Haniyeh --exjefe de la oficina de Yasín-- representaban el sector más moderado del movimiento fundamentalista. Fueron Abú Shanab y Yasín los que, por ejemplo, acabaron imponiendo la tesis de que había que aceptar la petición de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) de decretar una tregua.

Harina de otro costal

Rantisi y Mashaal son harina de otro costal. Ambos han sobrevivido a intentos de asesinatos israelís. Rantisi es un pediatra de 56 años que fue deportado al sur del Líbano en 1992 por Yitzhak Rabin, entonces primer ministro israelí, y que el pasado junio salió con sólo una herida en una pierna de un bombardeo en Gaza. Mashaal, supuestamente residente en Siria, tiene una experiencia mucho más cinematográfica con los servicios secretos israelís. Un comando le inyectó un veneno en Ammán en 1997. El rey Hussein de Jordania logró, con la mediación de Bill Clinton, que el Gobierno de Binyamin Netanyahu le diera el antídoto y, además, liberara a varios líderes de Hamás. Entre ellos, el propio Yasín.

Cambios en la cúpula

Hamás ha dividido su liderazgo: con Mashaal al frente de la línea política en el exilio y Rantisi como líder en la franja de Gaza, lo que le convierte, por tanto, en el máximo líder del movimiento sobre el terreno. Dado que el dirigente de Hamás en Cisjordania, Hasan Yusuf, se encuentra encarcelado, temporalmente Rantisi ha sido elegido también líder de la organización allí, aunque su predicamento no sea tan grande como en la franja.

Junto a Rantisi asciende también en el escalafón de Hamás Mahmud al Zahar, colaborador del nuevo hombre fuerte de la organización. Según fuentes consultadas por este diario, ambos marcarán la estrategia en los territorios ocupados, en la que las tesis del moderado Haniyeh encontrarán poco hueco. Mashaal, orgánicamente por encima de Rantisi, tendrá unas tareas más diplomáticas en el mundo árabe, parecidas a las que tenía.

Tanto Rantisi como Mashaal no tienen una relación demasiado fluida con la ANP. Este hecho, unido a que tras el asesinato de Yasín, Hamás no tiene quien le tosa tanto en la franja de Gaza como en Cisjordania, vuela por los aires la estrategia negociadora de la ANP. Esta se basa en arrancar concesiones a Israel para lograr una tregua de las facciones con la que poder encauzar el proceso de paz.

Promesas de venganza

Pero la palabra tregua no existe en el vocabulario de Rantisi. Le costará más o menos tiempo, pero el movimiento islámico está decidido a vengar la muerte de Yasín. Contará para ello con la ayuda de la Yihad Islámica y las Brigadas de Mártires de Al Aqsa, el brazo armado de Al Fatá, que han unido estrategias para responder con dureza a Israel. Ariel Sharon tampoco se quedará quieto, con lo que una explosión de violencia parece inevitable. Por lo pronto, los nuevos hombres fuertes de Hamás en Gaza han vuelto a la clandestinidad para planear lo que Rantisi calificó de "apertura de las puertas del infierno". La tragedia está servida.