Un enemigo peligroso en la más alta esfera del establishment financiero de EEUU. Eso es lo que representa George Soros para el presidente estadounidense, George Bush.

La cruzada del filántropo multimillonario durante los últimos cuatro años contra los republicanos tuvo el pasado viernes una jornada especial para este inversor de origen húngaro, que se ha convertido en un auténtico activista.

Soros eligió la capital federal de Washington y el púlpito del Club de Prensa Nacional como última etapa de un tour que le ha llevado a 12 ciudades de EEUU pregonando su frontal oposición a Bush.

Soros ha paseado su opinión y su nuevo libro, La burbuja de la supremacía americana-El coste de la guerra en Irak (PublicAffairs, 2004), por Pensilvania, Ohio, Minnesota, Iowa, Florida y Massachusetts.

En Washington fue tajante al comentar que si el presidente Bush gana estas elecciones, se retirará a "un monasterio para reflexionar" y preguntarse qué es lo que "no funciona en nosotros".

Reacción conservadora

Las conferencias de Soros han provocado la reacción de los republicanos. Fue él quien financió a los lobis que en el 2002 consiguieron que se aprobara la ley McCain-Feingold, que prohíbe las grandes donaciones de las corporaciones, los sindicatos y los ricos a los partidos políticos y a los candidatos. Se le acusa ahora de saltarse esa ley y pagar a los 527 grupos que actúan al margen de esa norma.

En el discurso final de su campaña personal, Soros declaró que Kerry y Bush están a la par. Aunque cree que el aumento de votantes le dará la presidencia al senador Kerry, el magnate precisa: "La victoria está demasiado apretada como para estar tranquilos".

Según sus propias palabras: "La invasión de Irak fue un disparate colosal y, sólo rechazando al presidente Bush en las votaciones, podremos escapar del atolladero en el que nos encontramos. Una sociedad abierta como la nuestra está basada en el reconocimiento de que nuestra comprensión de la realidad es intrínsecamente imperfecta. Nadie está en posesión de la verdad, y Bush ha demostrado que es incapaz de reconocer sus errores".

Soros, a quien la revista Fortune atribuye una riqueza neta cercana a los 7.200 millones de dólares (5.670 millones de euros), lanzó en Washington un discurso muy contundente y compensó su enrevesado acento con una aplastante claridad en su exposición. Su mensaje fue directo y dijo que las relaciones internacionales son ahora "unas relaciones de poder y no sujetas a la ley. El poder prevalece y la ley legitima lo que prevalece".

El filántropo comentó que Bush estuvo a la altura de las circunstancias tras el 11-S y que se ganó al país: "Pero nos ha conducido por la dirección equivocada. Si le reelegimos, estaremos apoyando sus políticas y deberemos cargar con las consecuencias. La invasión de Afganistán estuvo justificada, pero al invadir Irak como lo hicimos, sin autorización de las Naciones Unidas, violamos el derecho internacional, y al maltratar e incluso torturar a los prisioneros, infringimos la Convención de Ginebra".

Para Soros, "la democracia no se puede imponer por medios militares. La mayoría de la gente que ataca a nuestros soldados en Irak originalmente no tenía nada que ver con Al Qaeda. Han sido engendrados por la política de Bush. Nuestras tropas estaban entrenadas para proyectar una potencia abrumadora, no para tareas de ocupación, y ahora nuestra capacidad de respuesta ante Irán o Corea del Norte ha disminuido".

Para terminar, dijo: "Los terroristas son invisibles, por lo que nunca desaparecerán. En lugar de eso, lo que puede desaparecer son nuestras libertades civiles".

Una vida difícil

George Soros nació en Budapest (Hungría) en agosto de 1930. Pocos años después sobrevivió a la invasión nazi de su país. Posteriormente, conoció la ocupación comunista de Hungría hasta que en 1947, a los 17 años, y con la excusa de participar en un congreso de esperanto para jóvenes, logró escapar de su país y emigrar a Inglaterra, donde se graduó en la London School of Economics. Allí se sintió profundamente influido por la obra del filósofo austriaco Karl Raimund Popper, un defensor de que los puntos de vista divergentes son necesarios y de que deben ser alentados en una sociedad abierta. La filosofía de Popper determinó su obsesión filantrópica.

En 1956 se trasladó a EEUU, donde empezó a invertir en Wall Street. En 1961 consiguió la nacionalidad estadounidense y, con sus inversiones internacionales, logró acumular una gran fortuna. Hoy preside el Soros Fund Management.

Sus intereses comerciales le hacen estar presente en medio mundo. España no se escapa de sus tentáculos. El fondo Soros Real Estate Partners (SREP) controla el 90% de Medgroup, que invierte en conjuntos inmobiliarios especialmente en la provincia de Tarragona. La apuesta española de Soros asciende a 800 millones de euros y refleja la evolución del financiero hacia inversiones más conservadoras, informa Max Jiménez Botías.

Soros inició su faceta de benefactor social en 1979 con una ayuda económica a un grupo de estudiantes de Ciudad del Cabo (Suráfrica) afectados por el apartheid . La filantropía se convirtió en algo filosófico para Soros y actualmente, después de todos estos años, preside la Open Society Institute y una red mundial de organizaciones filantrópicas.

Su interés se centró desde siempre en Europa Central y del Este, además de la propia Unión Soviética, Africa, Latinoamérica y ciertas áreas de EEUU. Sus ayudas se dirigen hacia el desarrollo social de la educación, los medios de comunicación, la salud pública y los derechos humanos, así como las reformas económicas y legales.