Dos ataques suicidas, uno contra la policía iraquí y el otro contra las tropas norteamericanas, acabaron ayer con la vida de al menos 18 personas en Bagdad. El atentado más mortífero se produjo a primera hora de la mañana junto a una academia de policía situada muy cerca del Ministerio de Petróleo. Unas horas más tarde, otra explosión mató a un soldado estadounidense. El Gobierno interino iraquí puso ayer en libertad a varios rebeldes shiís, y dio un plazo de cinco días para que los seguidores del clérigo Moktada al Sadr entreguen las armas.

El primer atentado se produjo en el barrio de Al Rasafa, al este de Bagdad. Un suicida que conducía un minibús cargado con explosivos hizo estallar el vehículo poco antes de alcanzar el centro policial. En el momento de la explosión, un grupo de jóvenes hacía cola en la comisaría para alistarse en las fuerzas de seguridad. La explosión mató a 17 personas, según aseguró a Reuters un portavoz gubernamental, aunque otras fuentes estimaron en once los muertos. Entre los fallecidos había tres agentes policiales y siete mujeres.

MUERE UN MARINE Poco después, otro suicida atacó un convoy militar norteamericano que circulaba cerca de un pequeño mercado al este de la capital. Un soldado estadounidense perdió la vida y dos civiles iraquís resultaron heridos. En un comunicado hecho público en internet, el grupo Monoteísmo y Guerra Santa, del radical jordano Abú Musab al Zarqaui, representante de Al Qaeda en Irak, se atribuyó los dos atentados. El alto mando norteamericano informó ayer también de la muerte, el pasado sábado, de un marine en la provincia de Al Anbar, al oeste de la capital iraquí.

En otros ataques de la insurgencia, un miembro de los servicios de espionaje iraquís fue abatido a tiros ayer por tres individuos cuando salía de su casa en Bagdad. En Ramadi, según informó una radio local, los rebeldes atacaron a un grupo de vehículos militares estadounidenses. En el posterior tiroteo, dos de los atacantes murieron y otros dos fueron heridos. Y en el feudo suní de Faluya, un iraquí murió en combates librados entre soldados estadounidenses y la resistencia.

ALTO EL FUEGO Precisamente ayer, representantes de la ciudad rebelde de Faluya aseguraron estar preparados para negociar un alto el fuego con el Gobierno interino iraquí, siempre y cuando las tropas norteamericanas se mantengan alejadas del perímetro urbano. Los rebeldes se comprometieron a entregar las armas y a que la Guardia Nacional asuma el control de la ciudad. Los portavoces de Faluya añadieron que deseaban participar en las elecciones que deben celebrarse el próximo mes de enero en el país.

El mensaje de los rebeldes sunís se ha hecho público tras el acuerdo alcanzado este fin de semana entre el Gobierno provisional de Bagdad y los militantes del Ejército de Mehdi, del clérigo radical shií Moktada al Sadr. Un portavoz gubernamental dijo ayer que había dado un plazo de cinco días para que los insurgentes del barrio de Ciudad Sadr de Bagdad entreguen todas las armas.

INVERSIONES EN CIUDAD SADR Ayer salió de prisión un grupo de rebeldes shiís, todos ellos sin delitos de sangre. Según el portavoz del Gobierno, la Guardia Nacional se encargará de la seguridad en Ciudad Sadr, aunque se reserva el derecho de pedir ayuda a los norteamericanos en caso de necesidad.

Las autoridades se han comprometido a invertir más de 500 millones de dólares (420 millones de euros, unos 69.846 millones de pesetas) para reconstruir el barrio, de más de dos millones de personas.