El temor se mascaba ayer en Haití en medio de una tensa calma, después de que dos destacados dirigentes militares de infame memoria se unieran con sus bandas de exsoldados a la revuelta que se extiende por el país y que tiene contra las cuerdas al presidente, Jean Bertrand Aristide. Unos 300 hombres armados desfilaron a ritmo de milicia por Gonaives para celebrar la reaparición del militar derechista Louis Chamblain y del exjefe de policía Guy Philippe, mientras el líder de la oposición pacífica, Charles Baker, se preguntaba: "¿Va a negociar Aristide su salida con esos violentos o con nosotros?".

Acosado por grupos armados rebeldes que controlan el norte del país y por la fuerte oposición política en la capital, el presidente dijo estar dispuesto a compartir el poder para lograr, con ayuda de la comunidad internacional, una salida pacífica a un conflicto que ha causado ya 57 muertos. "Hemos dicho sí a las propuestas del Caricom (Comunidad del Caribe) que incluye un Gobierno donde miembros de la oposición, de la sociedad civil y de mi partido, Lavalas, podamos juntos compartir la responsabilidad de gobernar democráticamente", afirmó. El Pentágono, por su parte, anunció el envío de una misión militar para estudiar la situación de seguridad.

VINCULOS CON EL NARCOTRAFICO El mandatario acusó a los grupos insurgentes --entre los que se cuentan otros paramilitares de la dictadura que gobernó Haití de 1957 a 1986-- de estar financiados por el narcotráfico y apoyados por fuertes sectores económicos. Confiado en que la comunidad internacional asistirá a Haití con una fuerza militar para mantener la paz, el exsacerdote salesiano recordó que Haití fue la primera república negra del mundo.

Un grupo de pistoleros disparó por la noche contra una gasolinera de un barrio de Puerto Príncipe hasta hacerla estallar, mientras el comandante Guy Philippe se consolidaba como nuevo jefe de la revuelta armada del llamado Frente de Resistencia Nacional para la Liberación de Haití (FRNLH). Los insurgentes, que dominan las ciudades de Gonaives, en el norte, e Hinche, en el este, al tiempo que extienden su control en otras cinco poblaciones, señalaron como objetivo las ciudades de Cabo Haitiano y Puerto Príncipe. El expolicía Guy Philippe aseguró: "Vamos a sacar a Aristide del palacio".

Paul Raymond, que dirige una organización popular adepta al Gobierno, amenazó de muerte a quienes tratan de derrocar al régimen: "Tenemos machetes, cuchillos, venenos y artefactos tradicionales. Juramos que los vamos a usar contra la oposición y los rebeldes".