El presidente filipino, Rodrigo Duterte, ha querido ser testigo directo de la destrucción de decenas de vehículos de lujo como parte de la campaña que ha puesto en marcha contra la corrupción en las aduana. Vehículos de marcas Jaguar, Lexus, Mercedes, Stingray Corvette o Suvs japoneses han sido literalmente aplastados por un buldózer en el patio de la Aduana de Manila.

Los vehículos fueron incautados tras entrar ilegal al archipiélago, según han dicho las autoridades. Los coches triturados son 30 en total valorados en 61,6 millones de pesos filipinos, unos 960,000 euros. "Se han transformado en chatarra", ha dicho satisfecho Duterte en el discurso que ha pronunciado frente a los funcionarios de aduanas.

Normalmente, los vehículos incautados se subastan en beneficio de las arcas del estado. "Los pagaré, no hay problema", ha prometido Duterte.

Aduanas es la encargada de imponer los impuestos a las importaciones. Es uno de los servicios estatales que genera mayor cantidad de ingresos. Pero el servicio aduanero encabeza la lista de entidades más corruptas del país.

Guerra contra las drogas

El jefe de las aduanas, Isidro Lapena, ha dicho durante la ceremonia de desguace de los vehículos que desde que se hizo cargo de las Aduanas, el pasado mes de agosto, ha reforzado en 691 el personal de 7.000 empleados. Desde entonces dos aduaneros han sido despedidos y otros 16 suspendidos por llevar a cabo presuntas prácticas ilegales, ha añadido.

Duterte, que llegó al poder en el 2016, ha hecho de la lucha contra la corrupción y las drogas las piedras angulares de los seis años de mandato. El presidente filipino ha lanzado una guerra sangrienta y muy controvertida contra el narcotráfico durante la cual la policía ha matado a más de 4.000 personas.