Discursos. Procesiones. Promesas imposibles. Los ecuatorianos se despidieron el jueves por la noche de una campaña electoral edulcorada y que solo arroja una certeza: se termina la era del presidente Rafael Correa. Los cuatro principales candidatos a sucederlo, entre ellos su delfín distante, Lenín Moreno, llegan el domingo a las urnas con paso cansado sin convencer al mar de indecisos que, sostienen los analistas, haría finalmente inevitable la segunda vuelta, el próximo 2 de abril.

La Constitución establece que para ganar las elecciones en el primer turno se necesitan la mitad más uno de los votos o, en su defecto, un 40% y 10 puntos de ventaja respecto del segundo candidat amás votado. Moreno, de acuerdo con la consultora Cedatos, llega a los 32% El heredero de Correa no tiene su carisma ni le toca competir en medio de la bonanza. “Vamos Ecuador a cambiar con Lenín/ el futuro no espera, es ahora”, se cantó en la publicidad televisiva. Un cuarto de siglo atrás, semejante asociación con el comunismo habría sido inequívoca. Ya nadie se asusta con ese fantasma. Moreno ha concentrado sus esfuerzos en Quito y Guayaquil para evitar un escenario de la polarización en dos meses. Sus posibilidades de lograrlo no parecen muy alentadoras.

"Viene con fuerza el cambio que hará mejor nuestras vidas". Con esa propaganda, el exbanquero Guillermo Lasso se presenta como el abanderado de la restauración conservadora. “Cambio" es también la palabra mágica que llevó a Mauricio Macri a terminar con el kirchnerismo en Argentina. Lasso la hizo propia. Tiene un 21,5% de los votos, de acuerdo con las encuestas.

Por lo pronto, la derecha va dividida el domingo. La ex diputada derechista Cynthia Viteri (14% de las adhesiones) también cree que es su turno y que ella puede encabezar una coalición más atractiva para cerrar en Ecuador un ciclo político de 13 años. El exgeneral del Ejército y héroe de la “guerrita” limítrofe con Perú, en 1995, se sitúa en el cuarto lugar con un 7,7% y en nombre de una opción socialdemócrata que busca captar a los desencantados con el actual Gobierno.

Los otros candidatos, Dalo Bucaram (Fuerza Ecuador), Washington Pesántez (Movimiento Unión Ecuatoriana), Iván Espinel (Movimiento Fuerza Compromiso Social) y Patricio Zuquilanda ( Partido Sociedad Patriótica “21 de enero”) son apenas testimoniales.

LA OMNIPRESENCIA DE CORREA

Para bien o mal, los ecuatorianos se acostumbraron a vivir con un Correa omnipresente que, esta vez no tuvo otra alternativa que dar un paso al costado. Formado por los boyscouts y los jesuitas, Correa devino una suerte de rara avis de la política de su país. En principio, terminó con la cultura de la inestabilidad. Sus nueve antecesores no pudieron cumplir el mandato por una u otra razón. Su Gobierno redujo la deuda externa, mejoró salarios y rentabilidades, pero no osó terminar con la dolarización de la economía.

El presidente ha mantenido una sutil distancia de Moreno, quien fue su primer vicepresidente. En la noche del jueves, el líder histórico de Alianza País advirtió la existencia de una campaña de último momento para desprestigiar a su actual candidato. Le pidió a sus electores estar “atentos” a un “recurso desesperado” con el propósito de desprestigiar a Moreno.

Alianza País fue fruto de la descomposición de la clase política tradicional al comenzar el presente siglo. Correa fue uno de los referentes de la “revolución democrática” y abanderado del inasible “socialismo del siglo XXI”. Llegó a la presidencia en 2007, reformó la Carta Magna y fue reeelegido en más de una oportunidad gracias a la bonanza económica (el precio del petróleo y el flujo de remesas) y en sus políticas públicas. No le faltaron roces altisonantes con la oposición, la policía, la prensa (a la que descalificó como "sicarios de la tinta"), parte de los pueblos originarios, los ambientalistas y, en los últimos años, con los sectores medios. Demasiados rencores acumulados.

POLARIZACIÓN E INDECISOS

Como ha ocurrido en otros países latinoamericanos (Argentina, Brasil, Venezuela y Bolivia) la sociedad se polarizó. Estos comicios no podían ser la excepción a esta regla predominante en los últimos años. Los adversarios de Correa fueron sin embargo divididos a esta contienda, y solo les queda apostar al segundo turno y aliarse para evitar la continuidad que tanto temen.

Lo notable, a estas alturas, es la cantidad de ecuatorianos que, ausente Correa, o desencantados con oficialistas y opositores, no saben por quién votar. Se calcula que los indecisos representan hasta un 35% de un cuerpo electoral de más de 12 millones de personas. Moreno tampoco contribuyó a aclarar el panorama. A lo largo de la campaña cambió en más de una oportunidad de libreto: pasó del desapego al enamoramiento con Correa, de la tolerancia ecuménica a una mayor dureza, de las críticas a la corrupción a mirar hacia otro lado.

Además de presidente y vice, los ecuatorianos deberán elegir legisladores nacionales y provinciales. A su vez, deberán pronunciarse en una consulta popular para avalar o rechazar la posibilidad de que los servidores públicos tengan bienes en los paraísos fiscales. El referendo es un efecto de los papeles de Panamá.

EL 'CASO ASSANGE'

Las elecciones del domingo determinarán no solo ponen en juego el legado de Correa sino la suerte de Julian Hassange. El fundador de Wikileaks teme que una victoria de la oposición signifique un desalojo de la embajada ecuatoriana en Londres. Por lo pronto, ya comenzó una campaña de alerta en las redes sociales.