Miles de kilómetros separan la capital de Estados Unidos de la frontera con México, pero los destinos de ambos lugares están íntimamente entrelazados en este comienzo de año. Mientras la nueva mayoría demócrata en la cámara baja del Congreso estadounidense preparaba una propuesta en Washington para tratar de reabrir el Gobierno federal, cerrado parcialmente por las diferencias respecto al muro fronterizo, 150 inmigrantes trataron de traspasar la valla metálica que separa Tijuana de San Diego en las primeras horas del 2019. Los inmigrantes fueron recibidos por la guardia fronteriza estadounidense con gases lacrimógenos, gas pimienta y bombas de humo, según han confirmado las autoridades. Veinticinco personas fueron detenidas mientras muchas otras se las ingeniaban para regresar a México por los agujeros en la valla.

La espantada generó varias horas de tensión en la frontera, donde esperan miles de inmigrantes centroamericanos para solicitar asilo en EE UU después de llegar a México en la caravana que partió de Honduras hace unos meses. Sus condiciones en Tijuana se han ido deteriorando. Subsisten en campamentos escuálidos y congestionados, y la desesperación es palpable debido a la lentitud con la que las autoridades estadounidenses están tramitando las solicitudes. Algunos están perdiendo la paciencia, como quedó demostrado el martes. “Pides turno y esperas en la cola una oportunidad. Pero hay mucha gente en la cola y no avanzas. Si logras pedir asilo, te dicen que estás en el lugar equivocado. ¿Qué se supone que tenemos que hacer?”, le dijo al ‘San Diego Union-Tribune’ el hondureño Silvio Sierra, uno de los inmigrantes que buscó su oportunidad en la estampida.

Los agentes lanzaron gases para disuadir el paso mientras grupos de jóvenes escalaban la valla y sorteaban las alambradas. En al menos un caso, trataron también de pasar a un bebé, según las autoridades estadounidenses. Los gases obligaron a retirarse a las decenas de inmigrantes que se encontraban en el lado mexicano, entre ellos muchas mujeres y niños. Algunos centroamericanos respondieron con el lanzamiento de piedras. “Una vez más nos topamos con una turba violenta de inmigrantes que trató de entrar ilegalmente en EE UU atacando a nuestros agentes con proyectiles”, dijo el Departamento de Seguridad Interior en un comunicado. A finales de noviembre se vivieron escenas muy semejantes en la misma frontera de Tijuana.

DECLARACIONES DESDE LA CASA BLANCA

El presidente Donald Trump se ha referido en varias ocasiones a la caravana como “una invasión” y la ha utilizado como arma política para exigir fondos para la construcción del muro. Los demócratas le niegan los más de 5.000 millones que reclama para levantar la serpiente de hormigón, cuya efectividad han puesto en duda varios miembros de su Administración. Y el rechazo de Trump a aceptar cualquier otra alternativa ha provocado el cierre parcial del Gobierno que, casi dos semanas después de su inicio, ha puesto en una situación límite a los funcionarios peor pagados o a los parques nacionales, donde se acumula la basura y escasea el personal.

Trump debía reunirse este miércoles con los líderes del Congreso para buscar una solución al impasse, una cumbre que ha calentado alegando falsamente que México está pagando ya por la construcción del muro a través del acuerdo de libre comercio renegociado recientemente. Lo cierto es que el acuerdo no incluye ninguna partida al respecto y ni siquiera ha sido ratificado por el Congreso en Washington.

De la reunión en la Casa Blanca no se esperan grandes avances porque la propuesta demócrata para financiar la Administración no incluye dinero para el muro. “El plan no reabrirá el Gobierno porque no asegura la frontera”, ha dicho la portavoz de la Casa Blanca.