El 8 de mayo del 2018, el presidente estadounidense, Donald Trump, anunció la retirada de su país del acuerdo nuclear firmado en el 2015 por EEUU, Reino Unido, Francia, Alemania, Rusia, China e Irán, y la nueva imposición de sanciones económicas contra Teherán. Un año después, el presidente iraní, Hasan Rohaní, anuncia que suspende la aplicación de algunos compromisos del pacto nuclear por la retirada unilateral de Washington y la incapacidad del resto de firmantes para contrarrestar las sanciones, que han minado la economía iraní. La reacción de la Casa Blanca al envite de Teherán fue inminente: amenazó con imponer más castigos a Irán y advirtió a Europa de que no mantenga intercambios comerciales con el país de los ayatolás saltándose las sanciones americanas. Rohaní dio un ultimátum de 60 días a Londres, París, Berlín, Moscú y Pekín para que solventen las actuales restricciones al sistema bancario iraní y a la venta de petróleo. «Tras la violación de EEUU, Irán renunciará a dos acciones que realizaba hasta hoy. Cada vez que nuestra producción de uranio enriquecido alcanzaba los 300 kilos, lo vendíamos a dos países. Hoy lo suspendemos y también dejamos de vender agua pesada», señaló Rohaní en un discurso televisado.

El mandatario subrayó que los puntos 26 y 36 del Plan Integral de Acción Conjunta (JCPOA, en sus siglas en inglés) establecen que Irán tiene derecho a reducir sus compromisos si el resto de firmantes no cumplen con los suyos. Irán volverá a respetar los dos requisitos si en 60 días, los cinco países consiguen garantizar las exportaciones de petróleo iraní y eliminar las sanciones bancarias. Si no, Teherán no cumplirá «con el compromiso de mantener el enriquecimiento de uranio en el 3,67» y completará «el reactor de agua pesada de Arak», aseguró Rohaní.

El presidente justificó las medidas alegando que pretenden «salvar» el pacto nuclear y que Irán «no ha elegido el camino de la guerra, sino el de la diplomacia». «El acuerdo sigue en pie. Anunciamos nuestra reducción, no nuestra salida», añadió. Washington considera que el anuncio de Teherán, que calificó de «chantaje nuclear a Europa», justifica más sanciones. «Es hora de que la comunidad de naciones condene firmemente la mala conducta nuclear de Irán y aumente la presión sobre el régimen para que cumpla con las demandas de EEUU», afirmó Tim Morrison, asistente del presidente y director de Armas de Destrucción Masiva. «Esperen más sanciones pronto. Muy pronto», sentenció.

El pasado abril, la Casa Blanca no renovó las exenciones a la compra de crudo iraní otorgadas a ocho países, entre ellos los principales clientes de Irán. Y la semana pasada, impuso nuevas sanciones al programa nuclear iraní para impedir ampliar la planta de Bushehr y transferir uranio enriquecido fuera de Irán a cambio de uranio natural. Washington volvió a imponer sanciones a Irán, tras retirarse del acuerdo, en agosto y noviembre pasados, incluidos a su sector bancario y petrolero, que han tenido un grave impacto en la economía del país y han llevado al borde de la pobreza a su población.

REACCIONES EUROPEAS

Las primeras reacciones europeas al anuncio iraní fueron las de Alemania y el Reino Unido. Berlín instó a Irán a no dar pasos agresivos, pero ha confirmado su intención de seguir respetando los compromisos del pacto nuclear si los iraníes lo hacen. Londres calificó el anuncio «de paso inoportuno», según dijo Mark Field, del Foreign Office. «Ahora no estamos hablando de imponer sanciones de nuevo, pero hay que recordar que se levantaron a cambio de restricciones nucleares. Si Irán deja de cumplir sus compromisos nucleares, habrá consecuencias», aseveró Field.

Según el experto en el Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz (SIPRI), Robert Kelley, la acción de Irán «no tiene alcance estratégico» y busca «salvar la cara». «Están entre la espada y la pared, han llegado a un acuerdo que la otra parte no respeta y han caído en su trampa (...) ¿Hacen este anuncio porque quieren construir armas? No», añadió.