John Negroponte, nuevo embajador de EEUU en Irak, fue el primero en presentar ayer sus cartas credenciales ante las nuevas autoridades iraquís, en Bagdad. Horas después le siguieron los representantes de Australia, Neil Mules, y de Dinamarca, Torden Getterman. Estados Unidos no mantenía ningún tipo de relación diplomática con Irak desde el año 1990, cuando Sadam Husein invadió Kuwait, país que ayer mismo manifestó su intención de reanudar los lazos políticos con Bagdad, de la misma manera que Francia.

La Embajada de Washington en Bagdad será la mayor del mundo, con un total de 1.000 empleados estadounidenses y 700 trabajadores extranjeros. A pesar de las protestas, es prácticamente seguro que la legación tendrá su sede en alguno de los palacios de Sadam Husein.

El primer día de la nueva Administración transcurrió con violencia. Tres marines de EEUU perecieron y otros dos resultaron heridos en la explosión de una bomba al paso del vehículo militar al sureste de Bagdad. Tras otro incidente en la misma zona, una niña y una adolescente iraquís resultaron heridas por disparos estadounidenses.

En Mahmudiya, un cuartel de la policía iraquí fue asaltado por los rebeldes, que causaron entre uno y seis muertos iraquís, según las fuentes. Además, ayer se supo que un británico, empleado de una compañía de seguridad, murió en Mosul el 24 de junio. La noticia positiva fue la liberación de tres rehenes turcos, a los que los secuestradores habían amenazado con decapitar.