El secretario de Estado de EEUU, Colin Powell, desautorizó ayer los resultados de las presidenciales ucranianas, poco después de que la Comisión Electoral proclamase la victoria del primer ministro prorruso, Viktor Yanukovich, y amenazó a Kiev con sanciones si no revisa el escrutinio que los observadores internacionales y la oposición han descalificado por fraudulento.

"Estados Unidos no puede aceptar los resultados como legítimos", advirtió Powell en una durísima declaración oficial. "Si el Gobierno ucraniano no actúa inmediatamente con responsabilidad, se producirán consecuencias para nuestras relaciones". El jefe de la diplomacia norteamericana anunció que se había puesto personalmente en contacto con el presidente saliente de Ucrania, Leonid Kuchma, para "prevenirle contra la adopción de medidas de fuerza y contra el empleo o incitación de la violencia".

Por su parte, el dirigente de la oposición prooccidental, Viktor Yuschenko --que se ha autoproclamado vencedor de las elecciones e incluso juró el cargo de presidente en un Parlamento falto de quórum-- se negó a reconocer los resultados oficiales de las elecciones y llamó a todo el país a una "huelga política".

"RESPUESTA A ABUSOS POLITICOS" "Es nuestra respuesta a los abusos políticos que comete el régimen. El poder quiere ponernos de rodillas, pero no los conseguirá", afirmó Yuschenko ante decenas de miles de simpatizantes que se concentraron bajo la nieve en la céntrica plaza de la Independencia de Kiev por tercer día consecutivo.

De acuerdo a los datos oficiales anunciados por el jefe de la Comisión Electoral, Serhiy Kivalov, Yanukovich obtuvo 15.093.691 sufragios, lo que representa el 49,46% de los votantes, y Yuschenko 14.222.289 votos, correspondientes al 46,61%.

REPETIR LA SEGUNDA VUELTA Yuschenko afirmó que la proclamación de los resultados oficiales pone a Ucrania "al borde de un conflicto civil" y propuso organizar de nuevo una segunda vuelta de las elecciones, pero con otras personas en la Comisión Electoral. Además, el líder opositor anunció la formación de un Comité de Salvación Nacional que buscara una salida de la crisis por medio de negociaciones. "Estamos dispuestos a celebrar una nueva segunda vuelta a condición de que se lleve a cabo de manera legítima", declaró Yuschenko.

Olexander Moroz, líder del partido socialista, dijo que la oposición quería paralizar el transporte, y detener la actividad en las fábricas y escuelas, pero que la crisis podría resolverse con nuevas elecciones.

El presidente saliente ucraniano, Leonid Kuchma, acusó a la oposición de preparar un golpe de Estado y pidió de nuevo a todas las fuerzas políticas que participen en un diálogo. "Las autoridades controlan la situación en Ucrania y no permitirán un desenlace violento cualesquiera que sean las presiones, internas o externas", dijo, en alusión a las críticas internacionales sobre la "limpieza" de las elecciones. Kuchma declaró que los seguidores de Yuschenko, ya antes de que terminara la votación, se proponían "poner en marcha el plan de actuación violenta".

Yanukovich se declaró dispuesto a negociar con la oposición "en cualquier momento" y acusó a Yuschenko de intentar evitar cualquier diálogo con el poder. También dijo no desear "una victoria ficticia que podría conducir a la violencia y causar víctimas. Ningún puesto de autoridad merece la pérdida de una vida".