Las fuerzas ocupantes de Irak estrecharon el cerco militar en torno a Nayaf, formando una zona de exclusión alrededor de la ciudad santa y desplegando a cerca de 3.000 soldados en sus proximidades. Representantes de la coalición negociaban ayer a dos bandas para evitar un asalto armado a la ciudad santa y apuntalar la frágil tregua en Faluya, otro de los focos de la revuelta en Irak. Emisarios estadounidenses se reunieron ayer en Bagdad con un enviado del gran ayatolá Alí al Sistani, el líder espiritual de los shiís.

El secretario de Defensa norteamericano, Donald Rumsfeld, anunció desde Washington que 20.000 soldados estadounidenses, ya desplegados en territorio iraquí, verán prolongadas sus misiones en Irak. A pesar de la necesidad de reforzar el contingente militar norteamericano en Irak, Rumsfeld se mostró optimista respecto a la revuelta a la que se enfrentan las tropas de su país. El jefe del Pentágono dijo que la situación en Faluya, bastión de la insurgencia suní, estaba "bajo control", y la revuelta shií en el sur del país estaba "a punto de fracasar".

Las negociaciones entre emisarios estadounidenses y representantes del liderazgo religioso shií fueron posibles después de que el cabecilla de la revuelta, el joven clérigo Moktada al Sadr, renunciara a sus exigencias previas con el fin de evitar un enfrentamiento armado en la ciudad santa. Una delegación del Ministerio de Asuntos Exteriores iraní renunció a viajar hasta Nayaf para reunirse con Sadr. El jefe de la delegación, Husein Sadeqi, descartó que su país fuera a proponerle el exilio.

POSIBLE USO DE LA FUERZA A pesar de las concesiones de los radicales shiís, las tropas de Estados Unidos están decididas a neutralizar al joven clérigo. El general Ricardo Sánchez, comandante en jefe de las fuerzas terrestres de la coalición en Irak, declaró en Bagdad que "no puede descartarse" el uso de la fuerza contra Moktada al Sadr. Los peregrinos han desaparecido de las calles de Nayaf.

En Faluya, bastión de la resistencia suní, militares estadounidenses y los jeques locales negociaban la retirada de los francotiradores.

A pesar de la frágil tregua existente desde hace once días, tres personas murieron por disparos de soldados norteamericanos, según un médico, al tiempo que resultaron dañados el minarete de una mezquita y una escuela religiosa en el centro de la localidad.