La cúpula militar estadounidense que dirige la guerra en Irak negó ayer categóricamente haber autorizado las humillaciones y torturas infligidas a los presos iraquís. "Nunca aprobé utilizar ninguna de esas medidas", aseguró el general Ricardo Sánchez, comandante de las fuerzas estadounidenses en Irak.

Sin embargo, el informe sobre los abusos realizado por el general Antonio Taguba sostiene que Sánchez aprobó por escrito la intimidación con perros, la privación de sueño y el ruido excesivo para interrogar a un preso en Abú Graib, según reveló ayer una fuente oficial de EEUU que ha tenido acceso al informe.

Sánchez contradijo también la conclusión de Taguba de que el espionaje militar era el que controlaba la prisión de Abú Graib cuando se cometieron las torturas. El general afirmó que la policía militar no estaba bajo el mando del coronel de espionaje militar, Thomas Pappas, nombrado para defender la cárcel de los ataques de la resistencia.

Tanto Sánchez como su superior, el general John Abizaid, responsable de las operaciones militares en Irak, asumieron la responsabilidad por los abusos. Abizaid aceptó en parte la acusación de The New York Times sobre el intento de limitar las inspecciones no anunciadas de la Cruz Roja a Abú Graib.