El exjefe de las fuerzas armadas Abdelfatá Al Sisi llegó al poder en Egipto en el año 2013 gracias a un golpe de Estado. Cinco años después se ha convertido en el gran ejemplo a seguir por la Unión Europea que ha visto una tabla de salvación en su forma de gestionar la inmigración. «Es un muy buen interlocutor porque está dirigido de forma eficiente, tiene liderazgo político y está preparado para luchar contra la inmigración», alabó el canciller austríaco Sebastian Kurz, que dirige este semestre la Unión Europea y anfitrión de la cumbre de Salzburgo.

El encuentro informal de jefes de Estado y de Gobierno de la UE se cerró sin avances y con la constatación de que las divergencias persisten. «No hemos avanzado más pero tampoco menos», resumió elocuentemente el presidente español, Pedro Sánchez. «Los países europeos tienen opiniones muy diferentes sobre cómo gestionar por razones objetivas, históricas, de opinión públicas… Muchas razones así que necesitaremos varias soluciones», valoró la lituana Dalia Gribauskaite. Mientras consiguen dar pasos en este pantanoso terreno, los líderes europeos han optado por poner el foco en lo que les une y no en lo que les divide. Y «esto significa -explicó el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk- reforzar las fronteras exteriores y la cooperación con los terceros países». Una línea de trabajo en la que sobresale un nombre: Egipto. Y un motivo. «En los últimos dos años no ha habido embarcaciones ilegales que hayan salido de las costas egipcias y si lo han hecho han regresado de vuelta. Es un socio clave para evitar que las embarcaciones lleguen», justificó Kurz, que criticó también la labor de las oenegés que actúan frente a las costas africanas.

FLUJOS MIGRATORIOS

Evitar que las embarcaciones que salen del norte del África lleguen a las costas europeas se ha convertido en la obsesión europea para frenar los flujos migratorios, que han descendido a niveles previos al 2015. Y Europa ve al régimen de Al Sisi como un aliado firme. «Si todos los países en el mediterráneo actuaran tan seriamente como Egipto no habría problemas de flujos irregulares hacia Europa», celebró hace unos días un alto cargo encargado de preparar las reuniones del Consejo Europeo. La implicación de los europeos llega hasta el punto de que Tusk, que ya estuvo en el país hace unos días con Kurz, planteará este domingo a Al Sisi, durante el encuentro que mantendrán en Nueva York, la celebración de una cumbre entre la UE y la Liga Árabe en febrero del 2019 en Egipto. En paralelo, la UE tratará de acelerar y desencallar la reforma de Frontex para dotar a la agencia de más medios -hasta 10.000 agentes para el 2020- y más competencias. Aunque hay delegaciones que todavía se resisten y tienen dudas por la cesión de soberanía que puede suponer el plan y la fuerte inversión en términos de financiación. Es el caso de Hungría, cuyo primer ministro es el xenófobo Viktor Orbán. España ha cerrado filas con la idea de que el mecanismo sea «flexible y complementario», porque «la realidad no es la misma en todos los Estados miembros» y «no puede cuestionarse la soberanía nacional», dijo Sánchez.