Los instructores del Ejército argentino no sólo torturaban en periodo democrático a oficiales y suboficiales para que aprendieran "en carne propia" cómo hacer hablar a un prisionero, también practicaban con reclutas.

El Centro de Estudios Legales y Sociales reveló que casos de esta naturaleza se repitieron hasta 1986, tres años después de que finalizara la última dictadura. La familia de una de las víctimas hizo en su momento una denuncia ante la justicia castrense. "No se ha cometido ningún delito", le respondieron.

FORTALECER LA RESISTENCIA Para el diario Página 12, los tormentos a jóvenes de 18 años echan por tierra el argumento de que su objetivo era "fortalecer la resistencia de los aspirantes a boinas verdes". Por el contrario --agrega el rotativo--, la motivación explícita de esos peculiares entrenamientos era hacer cantar a un eventual enemigo.

Estas enseñanzas castrenses, propias de los años de horror pero bajo un Gobierno constitucional, desencadenaron un escándalo cuando salieron a la luz días atrás fotografías que muestran un campo de prisioneros en la provincia de Córdoba y el momento en el cual se le aplica corriente eléctrica en los testículos a un aspirante. El Gobierno dijo que investigará a fondo estos hechos, que se produjeron hasta 1994.

Uno de los oficiales de la escuela de comandos contó al diario Clarín que, en medio del aprendizaje, perdió varios dientes. Y mientras a los estudiantes los sometían a diversos vejámenes, les hacían escuchar discursos del presidente chileno Salvador Allende y canciones de protesta. Según organizaciones no gubernamentales, la picana, artefacto que transmite corriente eléctrica, siguió siendo utilizada por la policía con presos comunes hasta hace poco.