Ricardo Sánchez, comandante de las fuerzas estadounidenses en Irak, intentó ayer poner freno al escándalo de las torturas en Abú Graib y, de paso, evitar que su cargo siga pendiendo de un hilo. Fuentes del Ejército de EEUU declararon a la agencia Reuters que Sánchez prohibió ayer varios métodos que no se podrán utilizar en los interrogatorios en Irak. Esas técnicas incluían descargas eléctricas, humillaciones de carácter sexual, palizas y las alteraciones de los sentidos (música fuerte, luces deslumbrantes).

Esas fuentes no quisieron facilitar el listado oficial de los métodos vetados y se limitaron a explicar que hasta ahora su uso necesitaba la aprobación de los mandos militares, pero que ahora estarán prohibidas. Sin embargo, un alto militar destacado en Irak dijo que Sánchez nunca ha aprobado peticiones para usar esos métodos en ninguna cárcel iraquí, pero que se han incluido en una lista por si alguna vez ocurriera.

En Irak, por vez primera desde que saltara el escándalo de las torturas, EEUU puso ayer en libertad a más de 300 detenidos de la prisión de Abú Graib, convertida ahora en el símbolo de los excesos estadounidenses en Irak. Cinco autobuses, escoltados por vehículos militares, salieron a primera hora de la mañana del recinto penitenciario y trasladaron a los liberados hasta varias comisarías en la capital, donde fueron puestos en libertad.

Desde enero, la coalición ha liberado periódicamente a decenas de iraquís recluidos en Abú Graib, donde se calcula que malviven alrededor de 3.800 presos. El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) calcula que entre el 70% y el 90% de los presos en Irak se encuentran detenidos por error.

Mientras el escándalo de los malos tratos a presos iraquís erosionaba todavía más la credibilidad de EEUU en el mundo árabe, la organización Al Qaeda en Arabia Saudí confirmó, a través de su página web, que sus militantes participan en el conflicto iraquí.

EL PAPEL DE LOS MEDIOS En Barcelona, responsables de los medios de comunicación reivindicaron el derecho a opinar y a no ser neutrales, sin que ello signifique perder la objetividad. En el debate participó José Antonio Sorolla, director adjunto de El Periódico de Catalunya , quien destacó que esta guerra "no ha supuesto la derrota de los medios como sí lo fue la primera". "En 1991, todos nos creímos las mentiras".