Los jardineros municipales coruñeses esperan con impaciencia una respuesta definitiva sobre el topónimo de su localidad. ¿A Coruña o La Coruña? A ellos no les da igual porque tienen que perfilar el nombre correcto sobre la amplia superficie de un jardín a la entrada de la ciudad. Pese a que desde 1994 el Tribunal Superior de Justicia de Galicia obliga a utilizar el topónimo en gallego, los operarios siguen escribiendo con pequeños arbustos La Coruña cada mañana. También desde hace años, las plantas que dibujan la "L" son arrancadas enseguida. En 1996, la policía detuvo por ello a dos concejales del BNG.

El problema de jardinería es sólo el reflejo de la intensidad de un conflicto que dio un nuevo giro el pasado miércoles, cuando el alcalde coruñés, el socialista Francisco Vázquez, aprovechó el artículo 121 de la ley de grandes ciudades para proclamar la cooficialidad de los topónimos castellano y gallego, de forma que la ciudad pasará a llamarse La Coruña si se usa el castellano, y A Coruña si se utiliza el gallego.

Esta norma permite a las corporaciones municipales elegir el nombre de su ciudad, según los defensores de Vázquez. Sus detractores, sin embargo, opinan que lo único que cambia la nueva norma es la mayoría necesaria para establecer el topónimo, que antes era de dos tercios y ahora es simple.Sin embargo, en Galicia, "la toponimia es competencia del Gobierno autonómico", según señala la Mesa por la Normalización Lingüística de Galicia.

El alcalde, que ya se negó en 1983 a cumplir la recién aprobada ley que dictaba que los topónimos se escribirían en gallego, sostiene que quiere "hacer un ejercicio de tolerancia y fomento de la convivencia al normalizar una situación que ya es normal en la calle", en referencia a que la mayoría de los coruñeses --los que menos usan el gallego en la comunidad-- suelen nombrar a su ciudad como La Coruña. La iniciativa tiene el respaldo del PSOE gallego.

Al PP coruñés tampoco le disgusta la medida e incluso sus concejales asistieron al pleno del miércoles con camisetas con una enorme "L" estampada. Hasta la Xunta se muestra comprensiva con la exiliada letra pese a que ha anunciado que recurrirá esta decisión, más por motivos de competencia administrativa que por convicción. Manuel Fraga, tras leer una carta "interesantísima" enviada por Vázquez, entiende que muchos coruñeses son partidarios de recuperar la "L", pero añade que el Gobierno no puede inhibirse de sus responsabilidades, como la de regular la toponimia. En el lado opuesto están los nacionalistas y los órganos que defienden la normalización lingüística.

El nombre de esta ciudad bimilenaria no ha dejado de evolucionar: Brigancio, Brigantia, Territorio de Faro, Far, Faro, Faro Brecantium, Faro Precantiu, Castillo de Faro, Castro de Faro, Crunia, Curunia, Crunna, La Crunna, Crugna, Collogne, Chrugne, Chrugna, La Coruña, y A Coruña... Los nombres del primer milenio aludían al mítico faro de la Torre de Hércules. El origen de la fórmula actual data de 1140, año en que aparece reflejada en un códice como "Crunia". El artículo se le añade en 1255, cuando figura como "La Crunna". Por ello, todo indica que la polémica lingüística dará mucho de sí.