Mientras su popularidad se hunde en casa, el presidente francés Emmanuel Macron visitó ayer Berlín para relanzar su reforma de la Unión Europea (UE), para la que necesita el respaldo de la cancillera alemana, Angela Merkel. «Debemos encontrar el valor para abrir un nuevo capítulo», remarcó ante el Bundestag, el Parlamento alemán. «Se lo debemos a Europa».

En un emotivo discurso frente a los diputados alemanes, Macron alabó la amistad francoalemana y apuntó la necesidad de trabajar de la mano para impulsar un cambio comunitario. En mente, su propuesta de crear un presupuesto conjunto para la Eurozona, que parece contar con el visto bueno de Berlín.

El pasado junio, Merkel y Macron cerraron un acuerdo que ahora toma forma y que, según avanzó el sábado el diario Der Spiegel, hoy será presentado a los otros socios comunitarios. Ante la problemática salida del Reino Unido y el auge de formaciones ultraderechistas en el continente, Alemania y Francia quieren impulsar una serie de reformas antes de las elecciones europeas del próximo mayo. Con ese presupuesto común se espera reforzar la cohesión y la ayuda entre los 19 miembros de la eurozona para que sean más resistentes de cara a posibles futuras crisis o la posibilidad de una guerra comercial con Washington.

Dentro de tres semanas Merkel abandonará la presidencia de su partido, la Unión Demócrata Cristiana (CDU), mientras sigue al frente de la cancillería. Consciente de que en ese paulatino adiós puede moldear su legado, la dirigente alemana parece empezar a responder a los llamamientos de Macron para reformular la UE. No obstante, ambos mandatarios no aceptaron preguntas de la prensa en su comparecencia, señal de que tras esos discursos grandilocuentes aún no hay una conclusión clara.

El viaje de Macron a la capital alemana también ha servido para participar en el homenaje a las víctimas de la Primera Guerra Mundial, en el centenario del armisticio. El día nacional de luto, celebrado este domingo, se conmemora en Alemania desde 1919 en honor a los caídos en la gran guerra. En un momento en que los nacionalismos excluyentes crecen, alimentando los fantasmas del pasado, el presidente francés ha hecho un llamamiento a la UE como una garantía de paz y ha pedido crear una Europa «abierta y ambiciosa» para evitar «que se repitan los errores del pasado».

La semana pasada la cancillera aseguró desde Bruselas que apoyaría la propuesta de Macron de crear un ejército europeo, algo que irritó profundamente al presidente estadounidense Donald Trump. Sin embargo, ayer la ministra de Defensa alemana, Ursula von der Leyen, aseguró que se trataría de una mayor cooperación entre ejércitos nacionales, diluyendo así una vez más desde Berlín las ideas del presidente francés. Aunque este punto no llegue a materializarse, Macron insistió en su alianza con Berlín para ayudar a que Europa tenga una mayor soberanía en un mundo en el que cada vez hay menos confianza con Washington.

UN MACRON DEBILITADO

La visita de Macron llega en un momento especialmente turbulento de su presidencia. El sábado una marea de chalecos amarillos inundó toda Francia, en una masiva manifestación contra el aumento del precio de los carburantes que ha lanzado a 282.000 personas a las calles. Una mujer falleció en unas protestas en las que también hubo 200 heridos. La desafección de la clase media con un presidente al que perciben como benefactor de los ricos ha llegado a niveles preocupantes. Según los sondeos hasta un 73% de los franceses desaprueba la gestión de Macron.