Doce personas --funcionarios de alto rango y antiguos cargos policiales franceses-- comparecieron ayer ante el Tribunal Correccional de París para responder ante la justicia por su implicación en el escándalo de las denominadas escuchas telefónicas del Elíseo: la grabación ilegal de centenares de conversaciones de decenas de personalidades, políticos, artistas y periodistas, por orden del Ejecutivo francés, entre 1982 y 1986, durante el primer mandato del socialista Fran§ois Mitterrand.

Veinte años después y en ausencia del principal responsable --el ya fallecido presidente Mitterrand--, los acusados serán juzgados por "atentado contra la intimidad de la vida privada". Los hechos se remontan a agosto de 1982, una semana después de un terrible atentado antisemita en París. Entonces, Mitterrand ordenó la creación de una "célula encargada de hacer recular el terrorismo en todos los frentes" y la puso al mando del comandante de la gendarmería Christian Prouteau.

INTERESES PARTICULARES Dos semanas después, el Elíseo anunció la detención de los supuestos autores del atentado, tres irlandeses, sin saber que había sido la mano derecha de Prouteau, Paul Barril, el que había depositado en el piso de los detenidos las armas y los explosivos que sirvieron para inculparles. Los tres permanecieron en prisión cerca de nueve meses, y 10 años más tarde demandaron a la justicia francesa.

Los intereses particulares del presidente se impusieron al objetivo inicial. Los teléfonos de periodistas como Edwyn Plenel, del diario Le Monde , y los de otros del semanario Le Canard Enchainé , fueron intervenidos para descubrir sus fuentes. El escritor Jean-Hedern Hallier, ya fallecido, fue puesto bajo vigilancia tras amenazar con revelar la existencia de la hija ilegítima de Mitterrand.

El escándalo saltó en 1993 con revelaciones de Libération . Entre los acusados destacan el exdirector adjunto del Gabinete de Mitterrand Gilles Ménage, el antiguo responsable de la célula antiterrorista, Christian Prouteau, y su adjunto, Paul Barril. También declarará Louis Schweitzer, actual presidente de Renault y entonces director de gabinete del primer ministro Laurent Fabius.