En dos semanas podremos ver quién falta. Hasta entonces no se podrá contar el número de muertos", dice Primi Vela, superiora de un centro para niñas que regentan en Bombay las Hermanas de la Caridad de Santa Ana. Con otras 30 monjas de India, la religiosa se encuentra en Zaragoza para conmemorar el bicentenario de la congregación fundada por la Madre Rafols.

Entre ellas hay algunas que trabajan y tienen familia en la zona arrasada por el maremoto, como Cross Mary, que ayer pudo hablar con su hermano para saber que sus allegados han sobrevivido a la tragedia en las islas de Andamán.

"Estaban en casa cuando llegó la ola. Mi cuñada pudo asir a dos de sus hijos para evitar que los arrstrara el agua, mientras un vecino subía al tercero, de 4 años, a un árbol, pero llegó otra ola que derribó al niño y ahora está herido", relata.

La hermana Filo Karcata procede de las islas Andamán, donde han muerto 7.000 personas y otras 8.000 están desaparecidas. A su familia le salvó una misa. "El domingo fueron a los oficios religiosos para celebrar mis bodas de plata. Estaban en la iglesia cuando llegó la ola. Una de mis hermanas se quedó en casa y pudo huir a la carrera. Cuando regresó mi familia, el edificio había sido arrasado", explica la monja.

El maremoto ha destruido las 400 casas que las hermanas construyeron en la zona de Puthoor con donaciones que los aragoneses aportaron con motivo de la canonización de la Madre Rafols. Son pueblos de pescadores akubas convertido por San Francisco Javier hace 500 años. "Todas las viviendas han sido arrasadas. También las barcas con motor que se compraron con estas ayudas para sustituir los catamaranes de los pescadores. Ahora confío en la solidaridad de los aragoneses para reconstruir todo lo más rápidamente posible y olvidar esta tragedia", manifiesta la hermana Primi Vela. Las casas ahora destruidas tienen un coste próximo a los 3.000 euros cada una. Eran edificaciones de una planta con cocina, baño y dos habitaciones.

La congregación regenta diez comunidades con 50 monjas en la zona afectada al sur de Madrás, con colegios, dispensarios y centros sociales. En muchos poblados, como en Kalachel, a 6 kilómetros de Puthoor, no han quedado ni los cimientos.

La hermana Rosalín Davis dirige el colegio de Puthoor, con 783 escolares de párvulos a secundaria de 15 poblados cercanos. Allí hay también un dispensario y un centro donde las jóvenes fabrican alfombras con fibra de coco. "Los niños siempre están jugando en la playa. También estaban allí cuando llegó el maremoto. Nos han dicho que en Cayapatarán no habían quedado niños, no saben donde están, y que el mar sigue devolviendo cadáveres. De 530 entrerrados hasta hora en Puthoor, 228 son niños", dice.

La campana de la iglesia da la alerta cuando ocurre una catástrofe. Esta vez no hubo tiempo. "Nos cuentan que escucharon un ruido terrible y, cuando los vecinos acudieron a la playa para ver que ocurría se les vino encima una ola 12 a 15 metros. Muchos no tuvieron tiempo ni de ver lo que ocurría. Algunas personas fueron arrastradas 4 kilómetros hacia el interior", añade la hermana Primi.

En la zona hay un sistema de apadrinamientos de españoles que beneficia a 6.000 niños, más de la mitad con aportaciones de aragoneses, que donan 120 euros al año. Esta cantidad permite subvencionar el material escolar y algunas familias han podido comprar búfalas cuya leche venden para subsistir.

Todo eso ha desaparecido ahora. La población se ha refugiado en el interior, donde los cadáveres empiezan a heder y se teme que surjan epidemias de cólera y tifus. Hasta que los habitantes pierdan el miedo y se atrevan a volver a la costa no e podrá hacer una evaluación proximada de la tragedia.

Primi Vela dice que lo que hace falta ahora es ayuda económica para comprar allí material. Las monjas que están en Zaragoza regresarán a la zona devastada el próximo lunes y cofían en llevar con ellas las primeras ayudas. Han abierto una cuenta con el Banco Popular con el número 0075 0006 0407 0271 3158 con el concepto Catástrofe India .