Sorprende que Sadam goce de los derechos que la Casa Blanca niega al resto de los mortales. Primero, fue prisionero de guerra oficial, cuando ni al soldado más raso de los talibanes se le concedió tal privilegio: eran "combatientes irregulares" a los que se podía torturar impunemente. Ahora, el dictador iraquí es reo de la justicia, incluso con derecho a abogado, mientras los aspirantes a defensores de los prisioneros de Guantánamo siguen en el ostracismo a pesar de la sentencia a favor del Supremo. No hay como ser enemigo vip.

*Periodista