«Tomamos las medidas necesarias el sábado por la noche con la operación aérea. Y este domingo por la mañana hemos empezado la ofensiva terrestre. Si Dios quiere la completaremos en poco tiempo». Así ha anunciado el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, la entrada de soldados y tanques del ejército turco y de sus aliados del Ejército Libre de Siria (FSA) para tomar el cantón kurdo-sirio de Afrín, situado al noroeste de Siria.

Esta provincia está controlada por las YPG, unas milicias armadas kurdas a las que Estados Unidos, en su lucha contra el Estado Islámico, ha apoyado. Turquía, sin embargo, considera a las YPG un grupo terrorista: dentro de esta milicia hay miembros del PKK, una guerrilla kurdo-turca en guerra contra Ankara desde los años ochenta.

«Esta operación es en defensa propia. Es nuestro derecho luchar contra el terrorismo», ha explicado a la prensa este domingo el primer ministro turco, Binali Yildirim. El cantón kurdo-sirio de Afrín es controlado por las YPG desde 2012, cuando las fuerzas del régimen de Damasco se retiraron.

Desde entonces, y gracias a la guerra contra el EI y el apoyo estadounidense, los kurdos del norte de Siria han creado una autonomía que les permite funcionar casi como un Estado. Y esto es lo que teme Turquía: Erdogan y su Gobierno ven como un peligro compartir toda su frontera sur con una región gobernada «por terroristas del PKK». «Cuando acabemos con Afrín pasaremos a la ofensiva contra Manbij —otra ciudad kurda al norte de Siria—. Y cuando controlemos Manbij seguiremos avanzando hacia el este», ha dicho el presidente turco.

Un soldado turco frente a una columna de tanques en la frontera con Siria.Sin apoyo de sus aliados

Turquía está sola en esta aventura. Sus aliados, los demás países miembros de la OTAN, han pedido a Erdogan que se eche atrás. Solo Rusia parece estar de acuerdo.

Estados Unidos, antes de que la ofensiva empezase, pidió al Gobierno turco que se centrase en la lucha contra el Estado Islámico. Francia, este domingo, ha pedido convocar una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

«Pedimos a las autoridades turcas que actúen con retención en un contexto difícil en el que la situación humanitaria se deteriora en varias regiones de Siria», ha dicho el Ministerio de Exteriores francés, en referencia, a parte de Afrín, a Guta e Idleb, bastiones opositores sirios. Durante las últimas semanas el régimen de Bashar el Asad ha intensificado los bombardeos sobre estas zonas.

Turquía, sin embargo, desoye las peticiones de sus aliados y sube el tono de su retórica. «Si Francia o cualquier otro país presenta este tema ante el Consejo de Seguridad de la ONU quedará en la posición de un país que está junto a los terroristas», ha contestado el ministro de Exteriores turco, Mevlüt Çavusoglu.

La «Operación Rama de Olivo» para conquistar Afrín es vista como un esfuerzo nacional en Turquía. Todos los que estén en contra, según Ankara, son sospechosos de estar con los terroristas.

De hecho, Turquía asegura que esta operación no es solo contra las YPG. También, dicen, va contra «los combatientes del Estado Islámico que se encuentran en Afrín». En Afrín, sin embargo, nunca ha habido, durante toda la guerra, ningún miembro del EI.

(Casi) toda Turquía unida

Menos el partido prokurdo HDP, que ha llamado a las protestas, todas las demás formaciones, opositoras o no, se han mostrado a favor de la ofensiva emprendida por Erdogan. Las mezquitas turcas, durante todo el fin de semana, han emitido rezos «de conquista en favor de nuestras heroicas fuerzas de seguridad».

Hasta Arda Turan se ha sumado a la fiesta: este domingo ha marcado su primer gol con el Basaksehir turco, después de haberse marchado del FC Barcelona. La celebración la ha dedicado al Ejército turco.