Muchos han coincidido en describirse como un “granito de arena”en la ingente e inabarcable labor de paliar la crisis migratoria que azota Europa. Sometida a los insobornables designios de la meteorología, la tripulación del ‘Golfo Azzurro’, el barco de rescate de inmigrantes de Open Arms en el Mediterráneo central, encara su tercer día de misión con la vista puesta en la partida inminente, a juzgar por las previsiones del tiempo.

Encuentran un minuto en el ir y venir constante de los preparativos para explicar quiénes son y por qué han decidido embarcase como voluntarios.

GUILLERMO CAÑARDO. El único contratado por Open Arms en el equipo, es el jefe de esta misión. A sus 43 años, este médico de urgencias catalán poco podía imaginar hace poco más de un año se encontraría embarcado -nunca mejor dicho- en esta aventura. Una entrevista en televisión a Oscar Camps, director de Open Arms, unida al impacto de las imágenes de los inmigrantes en Lesbos le animaron a levantar el teléfono y sumarse. “La vida es una casualidad. marcada por el lugar en el que naces. Todo ser humano tiene derecho a buscar una vida digna, nadie debería morir cuando lucha por este derecho fundamental”, argumenta Guillermo.

MARÍA VILLAR. Enfermera de Sestao de 30 años, debutó con Refugee Foundation, otra oenegé que trabaja en el Mediterráneo central, y Open Arms la reclutó “en el agua”, en pleno rescate. La conexión fue inmediata. Repite ahora, pues, experiencia con ellos a la espera de una colaboración más extensa con Médicos Sin Fronteras.“Tenemos que dejar de pensar en los inmigrantes como meros números, impersonales y olvidados. Son personas que se lanzan a un abismo y solo buscan lo mismo que nosotros, una oportunidad y un futuro”, reflexiona María.

ELENA SOBRINO. Médico madrileña de 31 años. Comprometida desde siempre en movimientos sociales en Madrid, ha explorado la cooperación internacional en el Sáhara e Idomeni, en Grecia. Estas son las razones de Elena: “Somos lo que hacemos para cambiar lo que somos y todo ser humano merece un pasaje seguro y estoy aquí para hacer los pasajes de la gente que huye de guerras y pobreza un poquito más seguros”.

MAXI PERINETTI. Este argentino de 39 años residente desde hace casi una década en Lloret de Mar asegura que su paso por Open Arms “es la culminación de una deriva”. Un guiño a los conocedores de Guy Debord y el situacionismo. Socorrista.

NICO CALZADA. Rescatador de helicóptero de Salvamento Marítimo, este cántaro de 38 años ya hizo cooperación en Lesbos en el marco de la crisis migratoria.“Quiero seguir aportando, seguir en la lucha por un mundo mejor”, asegura Nico.

DAVID SAIZ. Burgalés de 36 años. Es enfermero y socorrista.“Los pequeños gestos cambian el mundo”, dice para resumir sus motivos.

KEVIN MARTÍ. Nacido en Gandia hace 24 años, es patrón de embarcación: “Quiero aportar mi grano de arena en esta crisis migratoria con lo que sé hacer mejor, el salvamento”.

POL MARTÍNEZ. Nacido en Sabadell hace 22 años, es socorrista de playa. Trabajó como voluntario con niños autistas. “Ser socorrista acuático es la única cosa que sé hacer y lo quiero aportar porque pienso que el mundo es de todos”.

JAVIER FERNÁNDEZ. Mallorquín de 32 años, trabaja de camarero pero su importante labor a bordo toca todos los palos. Es polivalente. “Quiero aportar mi granito de arena para ayudar a estas personas aunque a veces siento indignación y tristeza por lo que les espera, porque muchos serán deportados, pero también esperanza por las madres con niños, con más posibilidades de quedarse”.

MICHELLE ANGIONI. De Cerdenya, tiene 28 años y es oficial de puente y marinero. De un yate privado, al ‘Golfo Azzurro’ porque un amigo le contó su experiencia y también la quiso para él.”Quiero ayudar y también sentirlo y verlo con mis propios ojos porque lo que está ocurriendo con los inmigrantes es un trozo de historia”.

JON GARCÍA ANDONEGI. Con una dilatada trayectoria profesional como cocinero en barcos, este vasco de Bermeo de 52 años es el más querido, con diferencia, por la tripulación del ‘Azzurro’. Un cariño ganado a golpe de sopa de ajo, tortilla de patatas y lentejas, de momento. Con mucha labor de cooperación a sus espaldas, desde protectoras de animales hasta presos excarcelados, lucha contra el sida e inmigración.Hubo un momento de la vida que, por motivos personales, tuvo que “prepararse para la muerte”. “Luego tuve que prepararme para volver a la vida” -añade- “y aquí estoy”. “Por sentido de humanidad hacia todas esas personas quiero aportar mi pequeño grano de arena”, apostilla.

ALBERT MAYORDOMO. Barcelonés de 34 años, es patrón de embarcación e instructor de buceo y rescate. Ya tiene una amplia trayectoria con Open Arms. “Nunca me ha faltado un plato sobre la mesa y un techo.y esa gente arriesga la vida para tener lo que yo tengo”, argumenta para añadir:.”Se juegan la vida por lo que yo tengo por nacimiento por ser europeo, blanco y disponer de un documento, de un trozo de papel”.

FERNANDO GARPELLA. Este buzo mallorquín de 37 años llamó a Open Arms y le dijeron que la misión ya estaba completa.Pero se plantó en Malta, en el barco, se presentó con la perspectiva de hacer un curso de inglés de no poder embarcar. “Vengo a echar una mano, hay que hacer algo”, dice.Y vaya si lo ha hecho. Ha caído del cielo -nunca mejor dicho- y ha sido de una utilidad extraordinaria en los preparativos de las lanchas de rescate.

MAURU DI SI. A sus 30 años, este argentino patrón de embarcación y socorrista está encantado de poder ser consecuente consigo mismo con lo que sabe hacer, que es el socorrismo. “Decían que los cubanos en barcos intentando llegar a Miami eran el reflejo del fracaso del comunismo y lo que vemos cada día en el Mediterráneo, qué es -se pregunta-; es el fracaso descomunal del capitalismo”.