Donald Trump ha vuelto a conseguirlo. Llegó al Foro Económico Mundial en Davos y es la estrella, tan improbable como inevitable. Con su filosofía y práctica del «América primero» puede ser el presidente de Estados Unidos que más duramente ha asaltado, retóricamente y con acciones, el libre comercio y las ideas de cooperación global que supuestamente mueven el encuentro de las élites en las montañas de Suiza, ya sea saliéndose del Acuerdo de París contra el cambio climático o amenazando el pacto que frenó el programa nuclear de Irán. Puede ser también el mandatario que, según el Informe de Riesgos Globales preparado para la reunión, ejemplifica el auge de «políticas de hombre fuerte carismático» que ha contribuido a un ambiente geopolítico «febril» o el líder que, sin ser citado, es claramente referenciado por líderes europeos cuando denuncian el «egoísmo nacional». Pero sigue siendo, aun cruzando el océano, Trump.

Entre los cerca de 3.000 invitados nadie atrae los focos como el presidente estadounidense, que llegó acompañado por ocho miembros de su Gabinete y es el primero en activo que pisa Davos desde que Bill Clinton lo hiciera en el 2000 (George W. Bush y Barack Obama nunca fueron). Y aunque no será hasta hoy cuando pronuncie su discurso, sus reuniones bilaterales ayer con la primera ministra británica, Theresa May, y con el primer ministro israelí, Binyamin Netanyahu, crearon su habitual avalancha de titulares. No es para menos.

Trump amenazó a los palestinos con retirarles ayudas, una intimidación tras la que se combina la presión para que «se sienten en la mesa y negocien la paz» y también para que «muestren respeto a EEUU».

Al reunirse con May y asegurar que están «en la misma longitud de onda, en todos los aspectos», Trump trató de acallar las informaciones (o «falsos rumores» según él) de que zozobra la «relación especial» entre Washington y Londres. May le echó un capote y también afirma que se mantiene ese algo «especial», que trabajan «codo con codo».

Está previsto que Trump se reúna con Paul Kagame, que no solo preside Ruanda sino también la Unión Africana. Habrá que ver cómo le explica el presidente estadounidense su descripción de las naciones del continente como «agujeros de mierda». Empresarios africanos traman abandonar su discurso como protesta. Sea como sea, se puede apostar a quién volverá a ocupar los titulares.