El pasado 19 de abril el Consejo Económico y Social de la ONU eligió por votación secreta a los trece miembros para el próximo mandato de cuatro años a partir de 2018 de la Comisión sobre el Estatus de la Mujer (CSW). Entre los elegidos destacó un país cuestionado por violar sistemáticamente los derechos de las mujeres, Arabia Saudí, que recientemente había sido reelecto para ser parte del Consejo de Derechos Humanos de la ONU.

La monarquía wahabí, versión rigorista del islam, es ahora uno de los 45 países que según la organización tendrá un papel central en “la promoción de los derechos de la mujer y la formación de estándares sobre igualdad de género y empoderamiento de las mujeres”, algo que no cuadra con la situación social que viven las mujeres debido al sistema de tutela masculina por el cual toda mujer depende a todos los aspectos del hombre, hasta el punto de que conducir para ellas es un delito.

De hecho para su elección, con 47 votos de 54 posibles, al menos cinco países de la Unión Europea tuvieron que respaldar su candidatura, como comentó en su momento el director de UN Watch Hillel Neuer, oenegé que supervisa lo que sucede en Naciones Unidas. Por ello, varios europarlamentarios de los diferentes grupos políticos pedían abrir una comisión para investigar que países habrían votado a favor de su entrada en la dirección del CSW.

Algunos de ellos recordaban al premio Sajarov en 2015 a Raif Badawi, bloguero y activista por los derechos humanos en Arabia Saudí que desde 2014 cumple condena por intentar mostrar la realidad opresiva del país gobernado por el rey Salmán bin Abdulaziz.

Por otro lado, el mayor exportador de petróleo mundial ocupa el puesto número 131, entre 135 países, en el último Informe sobredisparidad de género del Foro Económico Mundial, y es que apenas un 10% del mercado laboral saudí lo representan las mujeres según Alfat Qabbani, vicepresidenta de la Cámara de Comercio e Industria de Yeddah durante el sexto Foro de Mujeres Empresarias celebrado en Riad.

La situación de exclusión laboral se debe fundamentalmente alrégimen islámico ultraconservador en el cual se ampara el sistema de tutela masculina y que impide a las mujeres saudís ser libres. Un ejemplo de la exclusión es la creación de “ciudades laborales” exclusivamente para mujeres en 2012 en Hofuf, al este del territorio, donde se promovieron 5.000 puestos de trabajos en la industria bajo la bandera de inserción laboral femenina, o el ya famoso Congreso de la Mujer celebrado por Arabia Saudí, con el supuesto fin de promover la igualdad de oportunidades en el mundo laboral, y en cuyo comité no existía presencia femenina.

UNA CANDIDATURA ENGAÑOSA

Su llegada a la directiva de la comisión sobre el Estatus de la Mujer puede poner en peligro o entorpecer el trabajo del comité en unos años ya marcados por una hoja de ruta y que se esperan sean decisivos en la lucha por la mejora de los derechos de la mujeres y su protección. Sin embargo, Arabia Saudí ha sabido publicitar su candidatura, además de contar con el añadido de ser un socio importante para muchos países debido a la compra de armas por parte del país árabe y a su venta de petróleo. Concretamente España ha visto incrementada su venta de armas al país árabe en casi un 25% en el último año batiendo cifras récords.

En su folleto de campaña, el régimen saudí manifesta su apoyo total al “empoderamiento de la mujer” y se descarta toda posibilidad de que la ley islámica por la que se rige el país, llamada sharia, limite o prive el acceso de las mujeres a sus derechos, sino que garantiza la igualdad de género y asegura que la ley saudí no distingue entre hombres y mujeres, además de reafirmar la independencia financiera y de elección de las mujeres, algo verdaderamente irreal cuando se observa la sociedad saudí y las denuncias de continuos abusos a mujeres y detenciones de activistas en un país cuyo futuro es su propia población.

Con el 64% de sus 19,4 millones de nacionales por debajo de los 30 años y un 12% de ellos entre los 12 y los 16, las nuevas generaciones del país deben ser un motivo de cambio de las estrictas leyes saudis, algo que parece haber empezado con el programa Visión 2030, por el cual el gobierno se comprometió a aumentar la participación de la mujer en el sector laboral de 22% al 30%.