Cada medio minuto alguien abandona Venezuela, según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Pero el ritmo del éxodo puede tener picos más dramáticos. «Vemos salir un promedio diario de entre 3.000 y 5.000 personas», dijo ayer en Ginebra la portavoz del organismo, Liz Throssel. Tres millones de personas han cruzado las fronteras desde el 2015, el año que comenzó a agudizarse el conflicto político. Antes se habían ido 700.000 venezolanos.

De acuerdo con el director de Migración Colombia, Christian Krüger, 1,2 millones se encuentran en ese país. «Dado el empeoramiento de la situación política, económica, humanitaria y de derechos humanos en Venezuela (...) el ACNUR considera ahora que la mayoría de los que huyen necesitan del sistema internacional de protección de refugiados», señaló Throssel. Esto, añadió, «se debe a amenazas a sus vidas, seguridad o libertad debido a circunstancias que perturban seriamente el orden público».

El ACNUR pidió a los estados «que se aseguren de que los venezolanos, independientemente de su situación jurídica, no sean expulsados o devueltos por la fuerza». Hasta el momento 460.000 venezolanos ya han solicitado asilo, la mayoría ante gobiernos latinoamericanos aliados de Estados Unidos. A su vez, 1,4 millones de personas han recibido diversas visas humanitarias o de trabajo para permanecer legalmente en estos países de la región.

El Gobierno de Nicolás Maduro, que ayer propuso celebrar elecciones legislativas anticipadas, una propuesta que no es nueva y que en su día ya rechazó la oposición, ha puesto en duda los datos de la ONU y considera que la cuestión del éxodo es amplificada mediáticamente mientras se silencian dramas como los de Siria, Yemen, Birmania, Irak o las masivas migraciones de centroamericanos a EEUU.

FAMILIAS COLOMBIANAS

Maduro recuerda a su vez que una de cada cinco viviendas de las más de dos millones construidas en las últimas dos décadas en Venezuela han sido entregadas a familias colombianas. El presidente está convencido de que el torrente migratorio es estimulado desde el exterior para provocar un descalabro humanitario regional.

El ACNUR sostiene que sus datos se elaboran con «información fiable de dominio público de una amplia gama de fuentes» y afirma que la situación «plantea desafíos complejos y puede llevar a que los sistemas de asilo se vean desbordados». El ACNUR expresó su disposición a ayudar a los Estados con asistencia técnica y operativa para «mejorar la capacidad de los Gobiernos de responder a la afluencia masiva de refugiados y determinar su condición jurídica de manera eficaz».

PAÍS DE ACOGIDA

Para la ONU, los venezolanos que «buscan protección internacional» en la UE y que no sean reconocidos como refugiados en virtud de la Convención de 1951, pueden ser calificados como tales «si existen razones de fondo para creer que correrían un riesgo real de sufrir daños graves en Venezuela».

Perú es, después de Colombia, el principal país receptor de la ola migratoria venezolana con 731.000 casos. «Entran en muchas ocasiones sin recursos y en condiciones de vulnerabilidad tras haber viajado días o incluso meses, algunas caminando y muchas personas llegan con necesidad de asistencia humanitaria», dice Amnistía Internacional (AI).

Venezuela ha sido siempre un país de acogida. Su éxodo es una desgarradora novedad histórica. En Ecuador, Panamá, Argentina y Chile se han registrado incidentes xenófobos. Una encuesta indica que el rechazo a la inmigración venezolana ha pasado del 43% al 55% en Perú.