Máxima expectación en Rusia ante la llegada al país, este domingo, de Alekséi Navalni, el principal líder de la oposición en Rusia, cinco meses después de sobrevivir a un envenenamiento con Novichok, un agente tóxico militar concebido en la era soviética y del que ha acusado al servicio secreto ruso. Navalni, de 44 años, se expone a acabar detenido nada más poner pie en su tierra natal. El dirigente tiene previsto tomar un vuelo con la aerolínea rusa Pobeda desde Berlín, ciudada en la que se ha recuperado, y aterrizará en el aeropuerto Vnukovo de la capital rusa en torno a las 17.20, hora peninsular española. Y ha pedido a sus seguidores que se reúnan con él allí a pesar de que la oficina del Fiscal de Moscú ha advertido de que no se celebren manifestaciones no autorizadas en las instalaciones del aeropuerto.

"La cuestión de regresar o no nunca me la planteé; porque nunca me fui; llegué a Alemania, en una cama de cuidados intensivos, por una sola razón: intentaron matarme", ha recordado el bloguero anticorrupción en un vídeo difundido el miércoles en Instagram en el que anunció su regreso.

"Putin fabrica nuevos casos contra mí"

El presidente ruso, Vladimir Putin, ha rechazado las acusaciones de Navalni, mientras las autoridades del país han aumentado la presión sobre el activista. Durante su ausencia, las autoridades judiciales rusas han lanzado nuevas acusaciones contra él, y amenazan con detenerle nada más pisar suelo ruso. De hecho, este pasado martes, el Tribunal de Moscú informó de la existencia de una demanda presentada por las autoridades carcelarias que exige la "anulación de la libertad condicional" y que cumpla en prisión la pena de tres años y medio de prisión dictada en 2014 por la justicia rusa como culpable de un desvío millonario de dinero, aunque el Tribunal Europeo de Derechos Humanos determinó posteriormente que el opositor había sido privado de su derecho a un juicio justo.

"He sobrevivido. Y ahora Putin, tras dar la orden de mi asesinato, chilla de forma histérica por todo su búnquer y ordena a sus sirvientes hacer todo lo posible para que no regrese. Y los sirvientes actúan como habitualmente: fabrican nuevos casos criminales contra mí", ha denunciado Navalni en tono desafiante tras conocerse la existencia de dicha demanda. Los activistas opositores identifican a la residencia presidencial de Novo Ogarevo, en las proximidades de Moscú, como el "bunquer" de Putin, un lugar del que apenas sale desde el arranque de la pandemia.

Los medios independientes han criticado duramente la pretensión de detener al opositor nada más aterrizar. "No hay caso para arrestar a Navalni en el mismo aeropuerto, pero ello puede suceder en cualquier momento; por esta razón, enviaremos a nuestro corresponsal al aeropuerto y haremos un reportaje", ha censurado Alekséi Venedíktov, el director de la emisora de radio independiente Eco de Moscú.