El violento asalto al Capitolio se produjo después de que la fuerza policial que protege el complejo legislativo fuera invadida por una multitud de partidarios de Trump en un episodio que expertos en seguridad han descrito como un "fallo catastrófico" en la custodia de la emblemática sede política de las dos Cámaras.

El asedio ha puesto en evidencia uno lapsos de seguridad más graves en la historia reciente de los Estados Unidos, dijeron funcionarios policiales actuales y anteriores a la agencia Reuters, convirtiendo uno de los símbolos más reconocibles del poder estadounidense en un escenario de política.

Si bien eventos como la inauguración presidencial involucran planes de seguridad detallados por parte de numerosas agencias de seguridad, se invirtió mucha menos planificación en proteger la sesión conjunta del Congreso que se reunió el miércoles para ratificar los resultados de las elecciones presidenciales de 2020, dijeron los funcionarios consultados. Ese lapso se produjo a pesar de las evidentes señales de advertencia de posible violencia por parte de los partidarios de línea dura del presidente Donald Trump, arengados por las soflamas del republicano de una elección robada y dispuestos a bloquear la toma de posesión del presidente electo Joe Biden.

Cuerpos de seguridad inactivos

La seguridad inicialmente fue manejada casi en su totalidad por la Policía del Capitolio, una fuerza de 2,000 miembros bajo el control del Congreso y dedicada a proteger los 126 acres del Capitol Grounds. Por razones que no estaban claras hasta la madrugada del jueves, otras ramas del vasto aparato de seguridad del Gobierno federal de los EEUU permanecieron inactivas durante horas cuando los alborotadores asediaron la sede del Congreso. El Capitolio está a pocos pasos de donde Trump en un discurso criticó las elecciones justo antes de que comenzaran los disturbios, calificando la votación como un "asalto atroz a nuestra democracia" e instando a sus partidarios a "caminar hasta el Capitolio" en un "Salvar a América".

El recuento de los votos electorales de la elección presidencial por parte del Congreso, normalmente una formalidad, fue precedido por semanas de amenazas en las redes sociales de que las protestas planificadas a favor de Trump podrían convertirse en violencia. A pesar de esos rumores de peligro, la policía del Capitolio no solicitó ayuda anticipada para asegurar el edificio a otras agencias federales como el Departamento de Seguridad Nacional, según un alto funcionario. Y los refuerzos de la Guardia Nacional, convocados por el alcalde de la ciudad, no se movilizaron hasta más de una hora después de que los manifestantes rompieron las barricadas.

En marcado contraste, esas agencias fueron desplegadas agresivamente por la administración Trump durante las protestas de brutalidad policial del verano pasado en Washington y en otras partes de los Estados Unidos. La Policía del Capitolio no respondió a las solicitudes de comentarios.