El exsecretario de Defensa de EEUU Robert Gates, que ejerció el cargo con George W. Bush y con Barack Obama hasta junio del 2011, ha lanzado duras críticas contra la gestión del actual presidente estadounidense, al que acusa de aplicar una "microgestión" en la Casa Blanca y de tener tendencia a tomar decisiones sin tener en cuenta los consejos del Pentágono. Unas acusaciones contenidas en el libro de memorias que acaba de publicar, 'Deber: Memorias de un Secretario de Defensa en Guerra", y que se pondrá a la venta el próximo martes.

"La Casa Blanca de Obama es de lejos la más centralizada y controladora en seguridad nacional de todas las que he visto desde que Richard Nixon y Henry Kissinger llevaban el timón", sostiene Gates, que trabajó con ocho presidentes. Según el que fuera director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), esta opinión la comparten otras personas como la exsecretaria de Estado Hillary Clinton y el exdirector de la CIA Leon Panetta.

Un ejemplo de esa obsesión de Obama por controlar lo relativo a la seguridad y que le ha valido críticas por su postura intransigente ante las filtraciones de Edward Snowden se produjo, según explica Gates en el libro, nada más tomar posesión del cargo de presidente. Cuando apenas llevaba un mes en el cargo, el presidente ordenó abrir una investigación criminal sobre las filtraciones de información clasificada sobre Irán que publicó The New York Times.

Discrepancias en Afganistán

Afganistán ocupa buena parte de las críticas de Gates. El exsecretario de Defensa asegura que el presidente no creía en su propia estrategia para el país y desconfiaba del consejo de sus asesores militares. A comienzos del 2010, Gates ya tenía claro que Obama "no cree en su propia estrategia (para la guerra de Afganistán), y no considera que esta guerra sea suya", según extractos publicados por el diario The Washington Post. "Para él, esto solo se trata de salir (de Afganistán)", añade en el libro. El mandatario "era escéptico, por no decir que estaba absolutamente convencido", de que la estrategia que él mismo había trazado para Afganistán "fracasaría", asegura el exfuncionario.

"Muy pronto en la Administración de Obama, la sospecha y la desconfianza en los altos funcionarios militares por parte de altos funcionarios de la Casa Blanca --incluido el presidente y el vicepresidente-- se convirtió en un gran problema para mí a medida que trataba de gestionar la relación entre el comandante en jefe y los líderes militares", revela el exjefe del Pentágono.

Tenso encuentro

Gates recuerda su frustración durante un encuentro en particular del Consejo de Seguridad Nacional en marzo de 2011, cuando Obama mostró su enfado con los militares por filtraciones a la prensa, en una aparente acusación al general encargado de dirigir la estrategia en Afganistán, David Petraeus. "Recuerdo que pensé: el presidente no confía en su comandante (Petraeus), no soporta a (el presidente de Afganistán, Hamid) Karzai y no cree en su propia estrategia", indica Gates.

Pese a sus reproches, Gates sorprende al afirmar hacia el final del libro que cree que Obama "hizo lo correcto en cada una de las decisiones" que tomó en Afganistán, una contradicción con la que quizá busca suavizar una voz crítica que se escucha poco entre los exsubordinados del presidente.