Las fiestas ilegales con cientos de jóvenes convocados en su mayoría a través de las redes sociales y el aumento de casos en el área de Lisboa son los principales escollos que enfrenta Portugal en estos días para el control del Covid-19. En los momentos más duros de la pandemia, el país vecino fue considerado ejemplo a seguir en la gestión de la crisis sanitaria por sus bajos índices tanto de contagios como de fallecidos.

La policía de seguridad pública (PSP) portuguesa dispersó este fin de semana una fiesta ilegal nocturna con más de un millar de personas en la playa de Carcavelos, en Cascais (Lisboa), cuando el máximo permitido para este tipo de reuniones son 20 participantes. Los agentes tardaron dos horas en acabar con la fiesta porque los jóvenes intentaron formar grupos más reducidos a lo largo del arenal de la playa.

En la madrugada de este domingo, la policía de Braga (norte) tuvo que desalojar la explanada conocida como Campo das Hortas, donde se habían concentrado más de 200 jóvenes en otra convocatoria ilegal.

Música y alcohol

También en Oporto, la segunda ciudad del país, la policía intervino anoche para acabar con una aglomeración de varias decenas de jóvenes en el centro.

Reuniones de este tipo empiezan a ser habituales también en parques y miradores de Lisboa, como el emblemático mirador de Graça donde anoche se reunieron decenas de jóvenes en una improvisada fiesta con música y alcohol.

El pasado 7 de junio saltaron las alarmas en la región sureña del Algarve, la más turística del país, debido a una fiesta celebrada por un grupo deportivo de la localidad de Odiáxere (Lagos).

La fiesta provocó un brote de contagios de Covid-19 que ha alcanzado al menos a 90 jóvenes y el Gobierno luso ha instado a la fiscalía a que inicie las investigaciones para que los organizadores asuman las consecuencias.

El primer ministro, António Costa, insistió anoche en que "la mejor forma de ser solidarios es que todos cumplamos las reglas". También el presidente de Portugal, Marcelo Rebelo Sousa, ha hecho un llamamiento a la responsabilidad y ha pedido a los jóvenes que den ejemplo. "La mayoría de los jóvenes es consciente, pero una minoría piensa que la pandemia ya pasó, y es falso, el virus está ahí", apostilló el presidente.

Otro frente de preocupación son los brotes en las residencias de ancianos, como el que se ha detectado en Reguengos de Monsaraz - uno de los puntos más turísticos del Alentejo, próximo a la frontera con España - que ha dejado 56 positivos - 40 ancianos y 16 trabajadores - y que podría extenderse debido a los contactos con vecinos de otras localidades.

La expansión de la enfermedad en las últimas semanas amenaza los logros obtenidos por Portugal en el inicio de la pandemia, que colocaron al país como un ejemplo a seguir en Europa.

Ahora, sin embargo, Portugal registra uno de los más altos índices de contagios de la región, con especial incidencia en Lisboa y su área metropolitana, donde se están detectando una media de 250 casos diarios. El aumento de los casos es más acusado en distritos industriales, en actividades como construcción y trabajo temporario y en barrios periféricos.

"Focos localizados"

El primer ministro insiste en atribuir el aumento de casos a la práctica de test masivos y sostiene que se trata de "focos bastante localizados". El virus seguirá siendo una amenaza mientras no se encuentre vacuna, por eso, dijo anoche Costa, "o nos quedamos en casa o para salir tenemos que cumplir las reglas".

Portugal, que es uno de los países de Europa que más test practica por habitante, registra 1.528 fallecidos por coronavirus y suma 38.841 contagios, 16.537 localizados en la región de Lisboa y Valle del Tajo.