Hace un año Matteo Salvini, líder de la Liga, amenizaba como 'dj' improvisado y a pecho descubierto las noches de Papeete Beach, en la costa del Adriático, rodeado de gogós tatuadas y cantando el himno nacional. No había elecciones a la vista, pero el secretario de la Liga hacía un mitin tras otro por los pueblos. El viento soplaba de popa. El 34% de los electores habían votado a la Liga, transformándola en el primer partido de Italia y en el punto de referencia de los soberanistas europeos. Steve Bannon, el exgurú de Donald Trump, se entrevistaba con Salvini y los líderes de las formaciones de la ultraderecha de Europa viajaban a Roma o a Milán para hablar con él.

Un año más tarde y después de haber pedido "plenos poderes" a los italianos, el promedio de todos los sondeos del país, elaborado por Youtrend, atribuye a la formación un 24,6%. Casi 10 puntos menos, que retratarían, según la mayoría de analistas políticos, incluidos los de la derecha, el descenso de la 'parábola salviniana' y, con ella, una lenta agonía del populismo que un año atrás parecía a punto de arrasar en la Unión Europea. El coronavirus y algunos errores han sido fatales para Salvini.

Elodie es una cantante medio italiana y medio criolla de 30 años que acaba de alcanzar su primer disco de oro. Hace dos semanas, en la página oficial de la Liga definió a Salvini como "un pequeño hombre que ofende gratuitamente, desencadenando odio". Pocos días después, colgó en Twitter los insultos que recibió como respuesta. El más suave decía: "Eres una extracomunitaria que no merece estar en nuestra casa, por lo tanto fuera de Italia". "Y pensar que nosotras os alumbramos al mundo", rebatió Elodie.

Desprecio a las medidas sanitarias

La pandemia ha coalicionado los electores entorno al Gobierno de Giuseppe Conte, con un consenso que espacia del 50% al 65%. De su parte, Salvini ha ofrecido en estos meses la imagen de un machote que pasa de mascarillas, confinamientos, cierres de fábricas y aglomeraciones. Los seis agentes de su escolta se lo han reprochado varias veces en público. En las plazas de Forte dei Marmi y aledaños, en la costa del Tirreno, este agosto Salvini ha seguido dando mítines, pero los participantes eran pocos y distantes. Algún adversario se ha atrevido a interrumpirle. "Ha engordado", reconocían los locales.

Salvini es secretario de la Liga desde el 2013, cuando el partido contaba con el 4% de los votos. Transformó la Liga del Norte de Umberto Bossi en solo la Liga, con el objetivo de quitarle la connotación norteña y conquistar la península. En el 2019 obtuvo el 34% y con el primer Gobierno de Conte, fue ministro del Interior. Se hizo famoso por el cierre de los puertos a los inmigrantes. "Volveremos al Gobierno y volveremos a blindarlos", ha repetido este agosto. Los liguistas norteños no le perdonan las piruetas y siguen inscribiéndose (30%) en la vieja Liga del Norte, partido englobado dentro de la Liga. Si Salvini se estrella, los veteranos pronostican "una escisión".

Las circunstancias acechan a Salvini desde varios costados. El Supremo ha condenado a la Liga a devolver 49 millones de euros de financiación electoral, que fueron desviados a no se sabe dónde. "Buscadlos, donde quiera que estén", dictaminó el tribunal. Salvini deberá comparecer el 4 de octubre ante un tribunal por haber impedido a una nave militar con inmigrantes a bordo que atracase en un puerto. Hay también el sumario del caso 'Rusiangate' por una partida de petróleo-gasoil que personas vinculadas a Salvini negociaron en Moscú.

El posible relevo

La Liga Veneta (Venecia) fue la primera que existió, se inspiraba en Cataluña y defendía el derecho a enseñar el dialecto véneto. Fue englobada en la Liga del Norte de Bossi. El actual presidente autonómico de la región es Luca Zaia, un campechano, la popularidad del cual, gracias a la pandemia gestionada como un comedido padre de familia, ha traspasado la región, convirtiéndole en un posible sucesor de Salvini. En silencio y sin lamentos, Zaia está ultimando la presentación de una lista propia y los resultados dirán sobre el futuro de ambos.

El partido Hermanos de Italia (FdI) liderado por Giorgia Meloni es el heredero del expartido fascista (Msi) y de sus sucesivas reencarnaciones cada vez más alejadas de Benito Mussolini. Contaba con el 2% de los votos y actualmente, gracias a la imagen combatiente y sosegada de su líder, ha alcanzado el 15,3%, 10 puntos menos que la Liga. Si los astros se conjuran contra Salvini y FdI sigue aumentando votos, los analistas vaticinan un "sorpasso" histórico.

A sus 84 años, Silvio Berlusconi forma parte de la alianza de centroderecha con la que recientemente ha renovado el acuerdo en vistas de las elecciones regionales de septiembre. Sin embargo, con el expresidente del Gobierno Matteo Renzi, actualmente en el ala progresista con su partido Italia Viva, Berlusconi ya está hilvanando una nueva alianza para ocupar el lugar que Salvini aspiraba, una derecha moderada.

Tiempo atrás, Umberto Bossi dijo que "Salvini tiene un problema, puede ser fascista y comunista al mismo momento, porque es un oportunista que ocupa espacios". Y la física enseña que no existen espacios vacíos porque algo o alguien los ocupa siempre.