De la vieja medina de Trípoli hasta los siniestros despachos oficiales de la Yamahiriya (Estado de masas), ningún libio oculta su satisfacción con el anuncio de la primera visita de su líder, Muamar Gadafi, a la Union Europea: "¡Por fin saldremos del aislamiento!", exclama el responsable de uno de los grandes hoteles de la capital donde se concentran, desde hace meses, hombres de negocios de todas las nacionalidades.

En Libia, como sucede con todos los regímenes autoritarios, las malas costumbres son difíciles de cambiar y el amor por el secretismo sigue estando vigente, hasta el punto de que las autoridades persisten en mantener el suspense sobre la fecha exacta de la llegada de Gadafi a Bruselas, así como sobre las condiciones del viaje.

El misterio

"Todavía no está totalmente decidido", dijo un portavoz de la Dirección de Comunicación Exterior. Poco importa que el Gobierno belga, quien invita oficialmente a Gadafi, a instancias del presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, dé como segura la llegada del líder a Bruselas mañana.

Pero el frenesí en los ministerios daba a entender que el viaje es inminente. Representantes de la Comisión Europea estaban este fin de semana en la capital libia para asegurarse de que no hay sorpresas, ni ninguno de esos golpes de teatro que tanto le gustan al guía de la revolución. "De Gadafi se puede esperar todo", comentó un diplomático francés. Pero, en esta ocasión, todo el mundo piensa que "si quiere que se le tome en serio, no puede seguir jugando".

Los funcionarios del Ministerio de Exteriores libio estaban ayer desbordados, intentando coordinar la composición de una delegación de "más de un centenar de personas; todo el mundo quiere estar ahí para esta ocasión histórica", explicó un portavoz. Algo extraordinario, "grandioso", según un empresario europeo de los muchos que hacen cola en los hoteles de Trípoli para negociar contratos y que espera que "la visita sea beneficiosa para todos".

El proceso de normalización de los países de la Unión Europea (UE) con Libia se ha acelerado desde que EEUU anunció la suspensión de las sanciones comerciales impuestas en 1986, aunque no retiró a Libia de la lista negra de los países que apoyan el terrorismo. "Nunca hemos apoyado a los terroristas y hace tiempo que rechazamos cualquier tipo de lucha armada que no se sea de un país ocupado", explica uno de los más fieles colaboradores de Gadafi.

La renuncia oficial a las armas de destrucción masiva "ha hecho que Libia vuelva a ser un Estado al que se puede viajar, y el viaje a Bruselas de Gadafi se inscribe precisamente en este amplio programa de acciones diplomáticas que marcan la vuelta a la escena internacional de este país sometido a 20 años de ostracismo", explica un experto occidental. De manera que los posibles contenciosos que todavía persisten con la Unión Europea "se dejan momentáneamente de lado para facilitar la reconciliación".

La motivación

Los europeos están motivados por las expectativas que ofrece uno de los pocos países solventes de la zona, y el Estado libio, por la necesidad de rehabilitar su imagen. En las cancillerías de Trípoli se espera que el nuevo Gadafi cause sensación y que esta visita a la Comisión la aproveche para ofrecer garantías de seriedad y fiabilidad. Nada se ha filtrado sobre cuál será el tono del mensaje, pero todo el mundo espera que el líder libio solicite oficialmente la integración de su país en el Proceso de Barcelona, que regula el diálogo político, económico y cultural entre la UE y los países árabes de la cuenca mediterránea junto con Israel.

"En el mismo barco"

Esta integración comporta el reconocimiento del Estado de Israel, un nuevo gesto de apertura que los libios tendrán que digerir tras haberse atragantado con la reconciliación con Estados Unidos. "Estamos en el mismo barco", es decir, contra el terrorismo, les explicó Gadafi a sus compatriotas para justificar las paces con el "enemigo imperialista".

El problema es que la mayoría de los libios asocian el Proceso de Barcelona a una especie de campeonato de fútbol, ya que lo único que les suena es el Bar§a. El fútbol es el opio del pueblo. Sobre la cuestión europea, la integración hace tiempo que se ha hecho dejando que el euro sustituya al dólar en los zocos.