Con los resultados casi definitivos, el líder socialdemócrata finlandés, Antti Rinne, compareció la noche del domingo ante los suyos para proclamar, con gesto dubitativo, que será «el próximo primer ministro de Finlandia». Aunque los resultados del SDP son peores de lo esperado, será el primer encargado en intentar formar un Ejecutivo bajo sus siglas que necesitará al menos cuatro partidos para aislar a los populistas antinmigración de Verdaderos Finlandeses (PS).

Las elecciones constataron que el panorama político finlandés ha cambiado. Por primera vez, ningún partido llega al 20% de los votos, una fragmentación que dificulta aún más la formación de Gobierno en un país acostumbrado a las coaliciones entre partidos heterogéneos. Como remarca el diario Demokraatti, ya no hay grandes partidos en Finlandia y las negociaciones son impredecibles.

SORPRESA ULTRA

La extrema derecha tendrá mucho que decir en esa formación de Gobierno. Aunque la mayoría de partidos se oponen a estrecharles la mano, su líder, el radical Jussi Halla-aho, se muestra abierto a cooperar, conocedor de su fuerza. El partido antinmigración obtuvo el 17,5% de los votos, quedándose a tan solo 6.800 votos y a un escaño de los socialdemócratas. «El mayor suspense electoral de todos los tiempos», tituló el diario Ilta-Sanomat.

Felicitado por Marine Le Pen y Matteo Salvini, el partido protagonizó en los últimos meses una remontada espectacular. La división interna por la elección de su líder los hundió hasta el 8%. Sin embargo, el escándalo destapado en diciembre sobre una red de hombres, la mayoría de ellos inmigrantes, que violó a más de 10 menores de edad cambió las cosas para el PS, que capitalizó el drama reforzando sus propuestas contra la inmigración. «Como en toda Europa, el nacionalismo y la oposición a la inmigración son valores ya permanentes en Finlandia», apuntó Erja Yläjärvi, directora del tabloide Iltalehti.

Los liberal-conservadores de la Coalición Nacional, tercera fuerza, apuntaron que quieren «hablar con todos los partidos», palabras que podrían ser cantos de sirena para un partido antinmigración con el que ya se aliaron en el último Ejecutivo.

Ante ese panorama y con 40 escaños, el SDP se verá obligado a crear una coalición de al menos cuatro partidos, lo que abre la puerta a acuerdos con partidos de centro-derecha como Coalición Nacional (38 escaños) y el Partido Popular de los Suecos de Finlandia (9). Rinne descartó cualquier pacto con el PS.

Los comicios también evidencian una voluntad de cambio en Finlandia. Solo así se entiende que el SDP sea por primera vez en 20 años el partido más votado, que los partidos de izquierda mejoren y que los liberal-conservadores del Gobierno caigan tras impulsar una agenda de austeridad que, entre otras medidas, quería privatizar la sanidad del país. Ese cambio también se notará en el Parlamento finlandés, donde habrá más mujeres que nunca. Así, de los 200 diputados electos, 92 serán mujeres, superando con creces el récord de 85 establecido en el 2011.