El fiscal general de Arabia Saudí, Saud al Moyeb, anunció ayer que ha pedido la pena de muerte para cinco personas acusadas del asesinato en el consulado saudí de Turquía del periodista Jamal Khashoggi, el pasado 2 de octubre, y que ha presentado cargos contra otros seis, además de asegurar que el príncipe heredero, Mohamed bin Salman, no estaba al tanto de los hechos, descartando así todas las sospechas iniciales que apuntaban al heredero al trono como instigador del macabro crimen. El fiscal acusa al subdirector de los servicios secretos del reino, Ahmad Asiry, de organizar la operación, que tenía como objetivo «devolver» a Khashoggi a Arabia Saudí, y aseguró que la orden del asesinato partió del jefe de la delegación enviada a Turquía, cuyo nombre no citó. Al Moyeb dijo que el príncipe se enteró del caso a través de los «informes falsos» que le presentaron los agentes de la operación.