Los certificados de defunción del pacto entre el Movimiento Cinco Estrellas (M5S) y la ultraderechista Liga de Matteo Salvini estaban ya casi en la imprenta cuando los malabarismos políticos de unos y otros alumbraron al último minuto -era mayo- al autodenominado «Gobierno del cambio». Sin embargo, al cumplirse esta semana los primeros cien días del M5S y la Liga en el poder, el nuevo curso político italiano deja atrás una tormenta que, de momento, ha sido básicamente política, mediática y social. Los logros efectivos del nuevo Gobierno transalpino son todavía mínimos. Un ejemplo está en las promesas electorales más sonadas de las dos formaciones: la renta mínima para personas en situación de pobreza, prometida por el M5S, y la llamada flat tax, una especie de impuesto único propuesto por la Liga. Ni la primera ni la segunda se han realizado ni hay fecha de cuando se harán.