«Mi llamamiento no ha convencido. He comprendido que no ha sido escuchado. Debo por tanto respetar y tomar nota de la situación. Tomo la decisión de presentar mi dimisión y mi intención es acudir inmediatamente ante el rey». La decisión hace diez días de los nacionalistas flamencos de la N-VA de salir del gobierno dejó cojo al Ejecutivo federal belga que ha terminado por estallar. Tras días resistiéndose, el primer ministro, Charles Michel, ha decidido tirar la toalla y presentar su dimisión.

El liberal francófono anunció su decisión tras un intenso debate en la cámara, a raíz de una serie de interpelaciones de una decena de diputados sobre la crisis política en Bélgica. Consciente de la debilidad política de su gobierno en minoría, el primer ministro había urgido al resto de partidos políticos a formar «una coalición de buena voluntad» que garantice la estabilidad del país hasta el 26 de mayo, fecha de las elecciones legislativas.

«Sé que este gobierno no tiene la mayoría parlamentaria» ni «la confianza de la cámara», pero «nos enfrentamos a una situación excepcional que requiere de una respuesta excepcional», justificó el liberal francófono que, desde la salida del gobierno de la N-VA el pasado 8 de diciembre por sus discrepancias con el Pacto migratorio de la ONU apoyado por Bélgica, solo cuenta con el apoyo del partido liberal flamenco Open VLD y los democristianos del CD&V además de su partido el MR. Es decir, su Ejecutivo se apoya en 52 diputados (la N-VA contaba con 31) de los 150 asientos que conforma la cámara.

Michel apeló durante su intervención a la responsabilidad de los diputados recordándoles que un adelanto electoral y un nuevo gobierno llevarán al inmovilismo en el país, dado que habitualmente se necesitan meses para negociar una coalición (541 días la última vez) por los complicados equilibrios lingüísticos y territoriales necesarios en Bélgica. «La realidad política de nuestro país haría muy difícil e incluso imposible formar un gobierno federal antes de las elecciones de 2019 ni antes de la formación de gobiernos regionales».

Sus llamamientos, explicaciones y compromisos no han bastado para convencer a la oposición y tras la decisión del Partido Socialista, apoyada por los ecologistas, de presentar una moción de censura mañana, Charles Michel optó por renunciar. «No hemos obtenido gran cosa como concesión. Ha saboteado su propio presupuesto. Ha clavado el clavo al ataúd del gobierno. Ha creado inestabilidad. Veo una oportunidad de dar esperanza a la población», anunció el jefe de filas del grupo socialista, Ahmed Laaouef.

Las críticas durante el debate fueron generalizadas. Por el pacto migratorio, por el cambio climático, por los retrocesos en materia social y, sobre todo, por el matrimonio de cuatro años y medio con la N-VA, denostado por la mayoría de la oposición. «El responsable de esta crisis es usted y quienes siguen en este gobierno. Tras cuatro años y medio de matrimonio con la N-VA ha permitido a este partido separatista imponer sus ofensas contra su función y su autoridad. La N-VA le ha reducido a un estatus de marioneta», le reprochó Laaouej.

Según anunció el Palacio real, el rey Felipe recibió a Michel en audiencia durante el día de ayer. De momento mantiene su decisión «en suspenso».