La reforma del Consejo de Seguridad de la ONU dominó ayer, nuevamente, los debates de la Asamblea General. El organismo internacional se resiste a adecuar su envejecido sistema de decisión, reflejo del mundo que surgió después de la segunda guerra mundial, por otro más acorde con las realidades demográficas y políticas del siglo XXI.

Francia manifestó su apoyo a las aspiraciones de Brasil, Alemania, Japón y la India, países que pretenden convertirse en miembros permanentes del Consejo de Seguridad, mientras que China reclamó prudencia porque la reforma "necesita una mayor discusión". Tampoco Italia está de acuerdo, porque la ampliación la dejaría fuera del club de los grandes.

El respaldo francés fue expresado por el ministro de Asuntos Exteriores, Michel Barnier, en su intervención ante la Asamblea, donde preconizó una ampliación del Consejo, tanto de los cinco miembros permanentes, entre los que figura su país, como de los no permanentes, que actualmente son diez.

El ministro apoyó su propuesta en que la organización debe estar capacitada para responder a los nuevos desafíos, entre los que mencionó el terrorismo y la proliferación de armas.

Barnier indicó que la amenaza de la proliferación armamentística corre el riesgo de conjugarse a la del terrorismo y exige una acción decidida y de larga duración.

Kong Quan, portavoz del ministro de Exteriores chino, declaró que comprende las aspiraciones de Japón, Alemania, Brasil y la India, pero que "hay otros países que también quieren desempeñar un mayor papel en las relaciones internacionales". Pekín lo que no quiere es que Tokio entre a formar parte del organismo de forma permanente.