Ni los llamamientos del Gobierno, ni el clima benigno, casi estival, contribuyeron este domingo a movilizar a los electores de la izquierda . En la segunda vuelta de las municipales francesas, el sol lució para la derecha y, aunque de forma más simbólica, también para la extrema derecha. Los ciudadanos confirmaron el varapalo sin paliativos a François Hollande arrebantando a los socialistas la supremacía en el poder local.

En su primer examen electoral desde que accedió al Elíseo en mayo del 2012, el presidente más impopular de la Quinta República vio trasladada a las urnas la desafección expresada por los ciudadanos en los sondeos. Un contexto económico desesperanzador -las cifras del paro subieron en 31.000 personas entre las dos vueltas- un liderazgo más que cuestionado y una política que dista mucho del giro a la izquierda prometido en la campaña presidencial conforman los ingredientes de la derrota socialista.

Si en las municipales del 2008 se produjo una oleada rosa -el voto de sanción se lo llevó Nicolas Sarkozy- ayer el color azul de la coalición entre el centro y la Unión por un Movimiento Popular (UMP) predominó en el mapa con el 45% de los votos según las primeras estimaciones frente al 43% de la izquierda.

El bastión

El Partido Socialista (PS) mantiene el bastión de París, donde la gaditana Anne Hidalgo se impuso a la conservadora Nathalie Kosciusko Morizet con cerca de 10 puntos de diferencia. «Soy la primera mujer alcalde de París», proclamó emocionada. Sin embargo, pese a mantener feudos como Lille, Dijon o Nantes, globalmente el PS retrocedió.

La izquierda perdió plazas históricas como Limoges, donde el PS gobernaba desde 1912, Pau, Tours, Valence, Cahen, Roubaix o Reims. En Pau, el artífice de la derrota fue el líder centrista François Bayrou, coaligado con la UMP. En la segunda ciudad de Francia, Marsella, la bofetada fue considerable. Aunque el PS se recuperó de la humillación de la primera vuelta, en la que quedó justo por detrás de Frente Nacional (FN), la victoria del alcalde conservador Jean Claude Gaudin (43,3% de los votos frente al 31,6% de los socialistas) fue aplastante. La señal de que la ultraderecha se nutre de los sufragios clases populares desentantadas con la izquierda es extremadamente clara en esta ciudad del sur. El avance del partido de Marine Le Pen (25% de los votos) se registró principalmente en los barrios desfavorecidos del norte de Marsella.

El frente nacional

Por primera vez, el Frente Nacional se hizo con una decena de alcaldías, como Béziers, Beancaire, Hayange, Fréjus, Villiers-Cotterets, Luc, La Pontet después de haber ganado en primera vuelta en otras dos. Pero en ciudades donde había quedado en cabeza la semana anterior, como Avignon, Perpinyà o Forbach, los votantes optaron por las formaciones tradicionales después de haber expresado su protesta apoyando a la ultraderecha.

En Avignon, donde el director del festival de teatro de la ciudad, Olivier Py, había amenazado con llevarse el certamen, ganó el PS. En

Perpinyà se impuso el alcalde de la UMP, Jean Marc Pujol (55,8%) frente a Louis Aliot, vicepresidente del FN y pareja sentimental de la líder del partido, Marine Le Pen (44,1%) después de que el candidato socialista se retirara en segunda vuelta para evitar la victoria la ultraderecha.

Voto de adhesión

"Estos resultados son un orgullo", declaró triunfante Marine Le Pen. "Tendremos más de 1.200 consejeros locales", calculó la líder del Frente Nacional, que rechazó que el voto a su formación se limite a una expresión de protesta. "El voto al FN es ahora un voto de adhesión, ha nacido otra fuerza política autónoma, este resultado se inscribe en el fin de la bipolarización en la política francesa", proclamó pasadas las 22,30 horas la dirigente que aspiraba a arañar más terreno a conservadores y socialistas. Poco implantado en el territorio -en el 2008 apenas obtuvo el 1% de los votos y una alcaldía- su objetivo son las europeas, donde los sondeos le auguran un ascenso fulgurante como primera fuerza con el 34% de los votos.

Mientras el presidente de la UMP, Jean-François Copé, celebraba una "victoria histórica" que atribuyó a "la exasperación de los franceses y el fracaso de la política de Hollande", el primer ministro, Jean-Marc Ayrault, compareció con cara de funeral. Tras admitir la derrota, consideró que el Gobierno no había sabido explicar su acción para "relanzar" al país y la "situación degradada" en la que se encontraba cuando llegaron al poder. "Esta responsabilidad es colectiva, acepto toda mi parte", dijo el primer ministro, quien parece tener las horas contadas al frente del Gobierno.