Barricadas en plenos Campos Elíseos, fuegos en las calles colindantes, destrozos en el mobiliario urbano, un cielo empañado de gases lacrimógenos, cañones de agua avanzando a lo largo de la principal arteria de París para dispersar a cientos de manifestantes vestidos con chalecos amarillos fluorescentes. Así podría describirse la tensa jornada de movilización organizada por los llamados chalecos amarillos para protestar contra la subida de los impuestos sobre los carburantes. Según los datos del ministerio del Interior, 81.000 manifestantes se dieron cita ayer en toda Francia y 8.000 en la capital francesa. «Hemos venido a París para que nos escuchen, es aquí donde se toman las decisiones. Macron, junto al resto de políticos, de izquierdas o derechas, se han hecho los sordos frente al descontento generalizado», explicó Marie con la mirada puesta en el Arco del Triunfo.

La madrugada de este sábado esta mujer, de Normandía, recorrió 300 kilómetros para llegar a la capital francesa. «Esta es una protesta contra una política basada en una infinidad de impuestos» que se traduce en la «bajada del poder adquisitivo de la clase media», afirmó el marido de Marie.

Como ellos, miles de personas de toda Francia se dieron cita en el centro de París, desafiando las órdenes de la Prefectura, que había autorizado una manifestación en los jardines del Champ-de-Mars, a los pies de la Torre Eiffel, y prohibido cualquier tipo de protesta o movilización en la lujosa arteria parisina y sus calles colindantes. 3.000 policías y gendarmes fueron movilizados en la capital.

A pesar del despliegue policial, los Campos Elíseos se convirtieron en el principal escenario de esta tensa jornada donde las reivindicaciones de la Francia más rural y desfavorecida se vieron empujadas a un segundo plano. El foco se centró en disturbios e intervenciones policiales.

El movimiento de los chalecos amarillos, desligado de sindicatos y formaciones políticas, se ha convertido en el altavoz de una Francia que se siente vilipendiada por las políticas del presidente Emmanuel Macron, acusado de gobernar para las clases más acomodadas. Francia ha vivido una semana de movilización, marcada por los bloqueos en diferentes depósitos de combustible y por las barricadas en autovías y autopistas en múltiples puntos de la geografía francesa.