Francia culmina este domingo unas elecciones municipales que suponen la primera cita electoral de François Hollande como presidente y que en la primera vuelta estuvieron marcadas por un importante revés al gubernamental Partido Socialista (PS) y un histórico avance del ultraderechista Frente Nacional (FN).

A mediodía, la participación se ha situado en el 19,83% frente al 23,68% registrado a la misma hora en la segunda ronda de estos comicios en el 2008, ha anunciado el ministerio del Interior. Los colegios electorales han abierto las 08.00 horas y no cerrarán hasta las 16.00 horas GMT, aunque en las grandes ciudades se puede votar hasta dos horas más tarde.

A falta de conocer la dimensión de la derrota final, el Ejecutivo se prepara para una inminente remodelación del Gobierno que puede terminar con el mandato de Jean-Marc Ayrault como primer ministro, cuya aceptación es casi tan baja como la del propio presidente, el menos popular desde la fundación de la V República francesa en 1958.

Baile de ministros

El grueso de los analistas coincide en que el baile de ministros tendrá lugar el mismo lunes y para el puesto de jefe del Gobierno suenan los nombres de los ministros de Interior (Manuel Valls), Exteriores (Lauren Fabius) o Defensa (Jean-Yves Le Drian), el hasta ahora alcalde de París (Bertrand Delanoë), la alcaldesa de Lille (Martine Aubry) o el presidente de la Asamblea Nacional (Claude Bartolone), entre otros.

Tampoco está descartado que el presidente mantenga a Ayrault como primer ministro para la segunda parte de la legislatura, en la que deberá defender el llamado "pacto de responsabilidad", un golpe de timón en la política de Hollande que le acerca a los postulados de Bruselas y le aleja del electorado de izquierdas. Ese pacto supone una disminución de las cotizaciones sociales de las empresas de 30.000 millones de euros a cambio de que aumenten significativamente la contratación.

Éxito de la ultraderecha

Los resultados del pasado domingo arrojaron un balance catastrófico para los socialistas, en un contexto general de fuerte abstención que alcanzó el 36,45%. La izquierda logró solo el 38,8% de los votos, seis puntos menos que en el 2008, mientras que el centro-derecha sumó el 46,4% de los sufragios, en un escrutinio sin parangón para los ultraconservadores del FN que lidera Marine Le Pen, formación que no controlaba ninguna alcaldía y que logró el 4,7%, pese a haberse presentado solo en 597 de 36.600 municipios.

La ultraderecha multiplicó por cinco sus resultados, tras el 0,9% obtenido en el 2008, y la misma noche electoral, el ministro de Trabajo, Michel Sapin, reconoció que era "evidente" que los electores habían enviado un mensaje de castigo al Gobierno a través de la abstención o de las papeletas del Frente Nacional.

Pero si el golpe electoral para el Ejecutivo fue duro, la actualidad en Francia tampoco fue clemente con los socialistas. Esta semana se supo que el desempleo, gran enemigo de Hollande, siguió avanzando en el mes de febrero (+0,9% respecto a enero), al tiempo que el Consejo Constitucional censuró en parte la llamada ley Florange, una iniciativa gubernamental que preveía sanciones para las empresas que cerrasen fábricas rentables.