La frontera con Colombia aparece a los ojos de la «coalición mundial» antichavista como la primera cabeza de playa para el anhelado desmoronamiento de Nicolás Maduro. Estiman que todo puede comenzar y acelerarse en Cúcuta, la ciudad que está separada de las ciudades San Antonio y San Cristóbal del estado del Táchira por el puente Simón Bolívar. Juan Guaidó anunció allí el primer centro de acopio de la ayuda humanitaria. Los otros dos puntos de envío de alimentos y medicinas estarán en Brasil y una isla caribeña. Sin embargo, Cúcuta reviste mayor importancia para la oposición venezolana y los estrategas norteamericano. Por el puente pasan el constante trasiego humano. El río Táchira es conocido por su porosidad para las actividades ilegales, desde el contrabando a las actividades de guerrilleros del ELN y paramilitares colombianos.

Esas ciudades venezolanas padecen los efectos desgarradores de la crisis. De hecho, los cabildos abiertos y las movilizaciones de la oposición tuvieron amplio alcance días atrás. La ley de Amnistía propuesta por la Asamblea Nacional (AN) para desarticular el frente castrense, fue discutida de manera acalorada.

La gobernadora del estado, Laidy Gómez, ya se ha alineado con Guaidó. Gómez dijo que no tiene «miedo» a las advertencias lanzadas desde Caracas y tampoco abandonará a «un pueblo que está enfermo». Dijo no obstante que rechaza «el intervencionismo».

CAMBIO DE BANDO

Más allá de las posiciones asumidas por la gobernadora y los anuncios hechos por Guaidó sobre el inminente inicio de la ayuda, resta saber cómo hará la «coalición mundial» para entrar con los suministros. Los rumores son constantes en Caracas. «Estará la Cruz Roja», dicen unos. «Y también Cáritas», aseguran otros, aunque nada se sepa al respecto. Las dudas arrecian.

No solo se necesita una logística para trasladar los alimentos y medicinas ¿Se movilizarán en su favor los tachirenses? ¿Encontrarán apoyo de los uniformados? En la oposición imaginan un escenario pacífico como el que precipitó la caída del Muro de Berlín, en 1989, cuando Hungría abrió primero las puertas para el éxodo de alemanes orientales a la entonces Alemania Federal. Suponen que el puente Simón Bolívar puede cumplir el mismo papel desestabilizador. Para que eso sea algo más que una fantasía política, Guaidó necesita que un sector de las Fuerzas Armadas cambie de bando, levante las barreras y permita ingresar la ayuda.

El asesor de Donald Trump, John Bolton, redobló su llamado a los militares venezolanos a «seguir el liderazgo del general Yánez», en referencia al oficial de la aviación que reconoció la autoridad del presidente «encargado» ¿Y si eso no ocurre? En ese caso no es un dato menor la presencia norteamericana en Cúcuta.

El pasado jueves, el jefe del Comando Sur del Ejército norteamericano, Craig Faller, se paseó despreocupadamente por sus calles luego de reunirse con representantes de las Fuerzas Armadas colombianas. Faller, se informó entonces, estuvo en esa zona sensible para analizar junto la cuestión del flujo de migrantes venezolanos hacia el país vecino. Nicolás Maduro tomó nota.