El líder libio, Muamar Gadafi, intentó ayer seducir a la Unión Europea (UE) con mensajes pacifistas y promesas de cooperación en el control de la inmigración ilegal para obtener ayuda económica europea y respetabilidad política internacional. En su primera visita a Europa desde hace 15 años, el coronel Gadafi no renegó del pasado terrorista de su régimen e incluso lanzó veladas amenazas si se rechazaba la actual oferta de paz libia. La visita oficial de dos días a Bruselas corona la ofensiva diplomática de los últimos meses de Gadafi para romper su ostracismo mediante la renuncia a las armas de destrucción masiva.

Ataviado con su tradicional vestido marrón y acompañado por cuatro jóvenes guardaespaldas femeninas, Gadafi recibió un trato excepcional del presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, que desde su nombramiento ha propugnado el acercamiento político al régimen.

EJEMPLO PARA EEUU Y CHINA Tras una reunión de tres horas con Prodi y numerosos comisarios, Gadafi improvisó una declaración de 45 minutos ante la prensa en la que presentó a Libia como el nuevo líder de la paz mundial y abogó por que EEUU y China sigan su ejemplo y renuncien a las armas de destrucción masiva.

Junto a Prodi, al que calificó en varias ocasiones de "hermano", Gadafi expresó su disposición a sumarse al proceso de diálogo y cooperación euromediterránea que impulsa la UE, sin objetar, como hasta ahora, de la participación de Israel.

AYUDA ECONOMICA Gadafi destacó la importancia de su país como un "puente" entre Europa y Africa, y abogó por un "control" de la inmigración entre continentes, para pedir a continuación ayuda económica a la UE para financiar proyectos de desarrollo en el desierto que contengan la inmigración subsahariana. Además, pidió inversiones a las empresas europeas y norteamericanas para modernizar y desarrollar las instalaciones petrolíferas y de gas libias y para construir oleoductos, gaseoductos y redes eléctricas.

Gadafi sorprendió a todos al concluir su larga intervención con una advertencia: "Confiamos en no vernos obligados un día a volver a esa época cuando poníamos trampas en nuestros automóviles, o cuando colocábamos cinturones explosivos alrededor de nuestras camas o de nuestras mujeres para evitar ser perseguidos o acosados hasta dentro de nuestras habitaciones y casas, como ocurre hoy en Irak y Palestina".

El líder libio, que se aloja en una tradicional tienda del desierto en los jardines del castillo de Val Duchese, se reunió también con el primer ministro belga, Guy Verhofstad, y con el responsable de la política exterior europea, Javier Solana.

La visita de Gadafi ha estado rodeada por la polémica. Amnistía Internacional denunció en un informe innumerables violaciones de los derechos humanos de Libia y la policía tuvo que mantener alejados de la sede de la Comisión Europea a quienes denunciaban el carácter represivo del régimen. Sólo una manifestación nada espontánea en favor de Gadafi pudo acercarse al edificio.