Cuando están a punto de cumplirse 20 años del genocidio de Ruanda, uno de los hombres que entonces alertó de una tragedia inminente e intentó sin éxito evitarla ve ahora peligrosas lecciones no aprendidas, especialmente en lo que se refiere a conflictos como el de Siria, la República Centroafricana o Sudán del Sur. El lugarteniente general Romeo Dallaire, que en enero de 1994 envió a Naciones Unidas el conocido como el "fax del genocidio", ha hablado este martes en la sede del organismo en Nueva York. En una conferencia de prensa titulada 'Genocidio: un crimen que se puede prevenir', ha denunciado contundente: "Lo que faltan no son advertencias tempranas: es respuesta".

"La historia ha juzgado muy duramente a Naciones Unidas por su inacción en Ruanda y deberíamos haber aprendido", ha criticado un pesimista Dallaire. "Hoy sigue habiendo muchos informes, muchas conversaciones, muchos documentos, pero no suficiente acción". Dallaire ha asegurado que la actual situación en Siria "empieza con Libia. Cuando Gadafi dijo 'aplastaré a estas cucarachas', esos fueron exactamente los términos que el gobierno extremista usó en Ruanda. Ese fue el día en que habría que haber mandado tropas. No aviones, tropas sobre el terreno. No lo hicimos y eso desestabilizó y exacerbó el escenario que tenemos en Siria", ha asegurado.

Mantener vivos los conflictos

Sin atribuir solo la culpa a las grandes potencias ("¿Dónde están los poderes medios?", se ha preguntado), Dallaire ha mantenido en toda la rueda de prensa un tono crítico y duro. "Los malos han aprendido lecciones valiosas de cómo mantener vivos estos conflictos. Y los han aprendido porque hemos sido muy inefectivos en ser capaces de prevenir, ya no hablemos de reaccionar, a estas situaciones con diligencia o con voluntad de intervenir".

El general ha reclamado que "el secretariado general de la ONU debe tener capacidad para involucrarse en la prevención de genocidios" y no le ha cargado con todas las reposanbilidades sobre Ruanda, aunque fueran mandos de la ONU los que en enero de 1994 rechazaron aprobar los planes de redadas en busca de armas con los que Dallaire intentaba frenar el genocidio de tutsis, que acabó costando la vida a cerca de un millón de personas.

Tragedia de Siria

Dallaire ha asegurado también que la intervención "no es un juego de números, es una decisión política y filosófica", criticando que ante la tragedia de Siria movieran más a la comunidad internacional los "1.400 muertos de un ataque con armas químicas que cientos de miles de cuerpos". Y ha acabado reclamando "humanidad, liderazgo y deseo de ser hombres de estado por encima de políticos".