El Gobierno colombiano y las FARC intentarán a partir de este martes en La Habana restablecer la confianza y avanzar en las negociaciones para finalizar el conflicto interno, interrumpidas unilateralmente por el Estado tras el secuestro del general Rubén Darío Alzate. Según el presidente Juan Manuel Santos, la delegación tratará de hacer una “evaluación fría del proceso” para saber “dónde vamos y cómo podemos continuar. Mientras, en Bogotá, las repercusiones políticas de la liberación de Alzate y sus dos acompañantes no dejan de ramificarse. Un día después de ser entregado a los países garantes del proceso de paz, Cuba y Noruega, Alzate ha pedido su baja del Ejército invocando su “honor militar”. Santos ha aceptado de inmediato la baja. "El general salió como un buen militar, salió con el honor militar", ha dicho.

Vestido de uniforme y con lágrimas en los ojos, Alzate ha dado ese paso después de que el el mandatario le pidiera explicaciones sobre las insólitas circunstancias que lo llevaron a ser capturado por la guerrilla en una zona del Chocó conocida por su peligrosidad. El caso ha provocado una ola de interrogantes y conjeturas conspirativas. ¿Qué hacía un militar de su graduación en una zona considerada roja? La pregunta ha sido respondida por el alto oficial, quien ha dicho que fue allí sin su esquema de seguridad y acompañado de la abogada Gloria Urrego a realizar labores sociales porque a esa zona no llega el Estado con sus políticas.

MEDIDAS DE SEGURIDAD

“Fui al corregimiento de las Mercedes adoptando una medidas de seguridad que incluían, desinformación de mi ruta y destino final, el no acompañamiento de mi anillo de seguridad y el manejo de un bajo perfil, razón por la que iba de civil y sin armamento. Para mí es importante enfatizar que adicional al bajo perfil usé el vestido de civil para fortalecer la confianza de la comunidad que merece nuestra atención y acercamiento”, ha explicado el general. Sobre la fotografía que se tomó abrazado con el jefe guerrillero Pastor Alape, que generó más sorpresa en Bogotá, ha dicho haber sido “forzado a un show mediático”.

“Toda liberación debe ocurrir en un marco de respeto y dignidad. Rechazamos cualquier uso por parte de las FARC de imágenes de las liberaciones. Eso está por fuera de lo acordado”, se ha quejado el jefe de la delegación gubernamental, Humberto De la Calle.

El jefe negociador consideró que la superación del obstáculo que ha significado la entrega de los secuestrados “debe servir no solo para reiniciar las conversaciones, sino para terminarlas". Y ha añadido: “si hay voluntad y si hay decisión es posible avanzar con mayor voluntad hacia el final: es la hora de las decisiones”.

El secuestro de Alzate se ha conocido cuando se cumplían los dos años de las negociaciones entre el Estado y la insurgencia. A lo largo de esos 24 meses, las partes llegaron a acuerdos importantes en temas como la cuestión agraria, la futura participación política de la guerrilla, el problema de las drogas y el narcotráfico. Se está discutiendo uno de los asuntos más espinosos del conflicto armado: el de las víctimas. Las negociaciones se han venido desarrollando sin un alto el fuego. La guerrilla ha planteado en el marco del caso Alzate la necesidad de un acuerdo entre las partes para cesar las acciones. El Gobierno lo ha rechazado.